EL IMPERSONAL - PARTE 2 - DICIEMBRE 2016. Saludo tu Presencia, de mi Corazón a tu Corazón, de llama a llama. Honro tu escucha, tu lectura y tu presencia.



EL IMPERSONAL - PARTE 2 - DICIEMBRE 2016

Saludo tu Presencia, de mi Corazón a tu Corazón, de llama a llama. Honro tu escucha, tu lectura y tu presencia.

… Silencio…

En la Gracia del Amor, en la Gracia del Fuego Ígneo, comulguemos, en cada uno de nosotros. En el Blanco inmaculado de la primera emanación, o emanación primordial, recibe, en la medida que te has dado.

Hijo del Único, te saludo.

… Silencio…

A la hora en que tu cuerpo de carne es atravesado por la espada de Verdad, en cada rincón y en cada recoveco, estas invitado, por el Fuego Ígneo del Amor, a ser la totalidad de tu Presencia, aquí mismo en este mundo y en este cuerpo.

La Luz, hoy, te insta a ser lo que siempre fuiste. La Luz te guía y alumbra a tu conciencia de manera total e indeleble. El Fuego Ígneo se eleva, o se elevará pronto, desde tu Corazón, a fin de mostrarte y demostrarte la realidad de tu ser Eterno, aquí mismo, allí donde estas.

Entonces en ese momento, la evidencia de lo que eres te aparecerá de manera completa e indeleble. En el Blanco del Amor y de la Unidad, honro tu resurrección y tu renacimiento en la Eternidad, en el seno de la Luz.

El conjunto de las transformaciones posibles en el seno de tu cuerpo de carne, están desde ahora acabadas y completadas. Pienses lo que pienses, vivas lo que vivas por ahora, cada día te aportará la certeza, de múltiples modos, de lo que Eres.

La hora ya no es más a la iluminación de tu efímero, sino a la iluminación total de tu Presencia, de tu cuerpo de Êtreté, aquí mismo en este cuerpo de carne y en esta conciencia efímera, en lo que queda.

Entonces, bien amado, reúnete contigo sin demora, sin prisa y sin preguntas.

El Agua de Vida, desde ahora propagado en cada parcela de tu cuerpo y de tu conciencia, no puede dejarte ninguna duda sobre el proceso que vives. En la Luz, en su Blancura, en su Unidad, todo lo que pertenece a lo efímero, te es mostrado en lo sucesivo por lo que es, algo que sólo pasa, aparecer y desaparecer, nacer y morir.

Lo que te anima, incluso en el seno de la Ilusión, nunca muere y nunca nace. Es lo que percibes y vives, cualesquiera que sean las manifestaciones corporales y las modificaciones de tu conciencia.

El conjunto de estos signos, el conjunto de estas manifestaciones, sólo están allí para testificar lo que eres, llevándote progresivamente o cada vez más brutalmente, a darte cuenta de la Ilusión, a darte cuenta de la fatuidad de toda esperanza, o de todo deseo inscrito en este mundo. Porque desde ahora en adelante la vida eterna te recorre de arriba abajo, y de abajo arriba, de afuera a dentro, y de adentro a fuera.

No existen ya más zonas de sombra, excepto por supuesto a las que aprecias y a las cuales estás atado, por costumbre, por condicionamiento. No puede existir en el seno de estas zonas de sombra ni resistencias, ni fenómenos o mecanismos memoriales, ni heridas, sino más bien simplemente los condicionamientos inscritos simplemente, en el seno de la encarnación falsificada de este mundo, de la cual no eres ni responsable ni culpable, y por lo tanto hoy no se necesita de ningún esfuerzo ni solución. La Luz te llama a la Luz, la Luz te llama al reconocimiento, a la gratitud y a la Dicha. Si aceptas esto, la Alegría se hará tal que por la Gracia del Fuego Ígneo, consumirá literalmente todo lo que te pueda molestar en la pantalla de tu vida, como sobre la pantalla de tu cuerpo.

Busca el Reino de los Cielos que está dentro de ti, donde ningún elemento exterior es ni deseable ni útil.

En el cumplimiento de la Ascensión, en el cumplimiento de tu liberación, ¿dónde te sitúas, dónde te pones? A ti de verlo, a ti de vivirlo, a ti de expresarlo, a ti de imprimirlo en ti.

Más que nunca, en este período de interioridad y de interiorización, te es permitido, te es sugerido de vivir la plenitud de la Unidad, la plenitud del Amor, la plenitud de la Gracia y esto, independientemente de todo lo que pueda existir en el seno de tu cuerpo efímero como de tu conciencia efímera.

Debes entonces de orientarte y de posarte en la Eternidad, desviándote de lo que hasta ahora estaba alumbrado en el seno de lo efímero. Es pues el momento de comprender, y sobre todo de vivir, lo que eres, no como una aspiración, no como un objetivo, sino más bien como la única realidad tangible y permanente. Así es tu propia Presencia, así es tu Eternidad.

Entonces, bien amado del Único, acoge con los brazos y el Corazón bien abiertos ese don que te haces a ti mismo. Allí donde ninguna Presencia es necesaria, allí donde ningún cuerpo de este mundo es útil, allí donde resplandeces de Luz, de Paz y serenidad.

Los lazos de tu conciencia en este cuerpo en lo sucesivo están disueltos, a fin de permitirte vivir el anticipo de la libertad, del proceso ascensional. En el encendido de tu Merkabah, en el tránsito del Fuego Ígneo, en tus centros de conciencia llamados chakras, se realiza la culminación de lo que ha sido anunciado desde hace muchísimo tiempo por los profetas y por los místicos.

Entonces te lo digo hoy, como lo dijo Cristo hace dos mil años: «Paz a ti, Paz mis ovejas». La hora es a la gloria, a la dicha, a la autenticidad. Así como lo puedes observar en la pantalla de tu mundo, todo lo que engañó, todo lo que no era auténtico, se encuentra hoy puesto abajo, desenmascarado, y entonces visto. Cualesquiera que sean los polos de interés de tu vida en este mismo momento, el requerimiento de la Luz tiene por objeto de permitirte, si lo deseas, de no estar más atado, a lo que sea de este mundo, viviendo todavía el tiempo necesario que queda por cumplir antes de la Llamada de María, antes de los signos celestes y terrestres que tocarán su apogeo en este particular período vinculado y en resonancia con el solsticio de invierno de vuestro año 2016, así como el período llamado en vuestro mundo, el nacimiento de Cristo.

Todo lo que es efímero se volverá complicado, todo lo que es eterno se volverá cada vez más simple. Al igual que tu conciencia y que tu Presencia. ¿Deseas permanecer en la Paz eterna, cualesquiera que sean tus funciones, cualesquiera que sean tus acciones en el seno de este mundo? ¿O prefieres quedarte en la persona y sus resistencias? A ti de ver, a ti de cumplir propiamente hablando tu asignación vibral.

Cada uno de ti, y de múltiples maneras, en este momento, vive su liberación. El grado, la intensidad de esta liberación es de momento un proceso individual, no apareciendo como tal a nivel colectivo. Sólo aparecerá a nivel colectivo en el momento en el que los sonidos del Cielo y de la Tierra vendrán a tocar el rebato de tu efímero.

En ese momento, el fenómeno se volverá colectivo. Os reconoceréis unos a otros, no a través de una función, no a través de una forma, no por la relación con vuestros orígenes estelares o galácticos, sino únicamente por el Corazón. Esto pasa de palabras, pasa de explicaciones, pasa de historias que contarse o bien a contar.

Esta revelación se hace en el Silencio, silencio de las palabras, silencio de los sentidos y silencio de la misma conciencia. También, tú que lees, tú que estás ahí, tú que escuchas, percibe más allá incluso de mis palabras, más allá incluso del Verbo, la esencia de lo que se celebra.

La Luz sólo espera una cosa desde ahora en adelante, en ti: que te reconozcas en ella misma, que te reencuentres en totalidad en ella.

Cualquiera que sea tu vivencia en la escena de lo efímero, en la edad que tengas, en una confusión que tengas, en cualquier alegría que hayas tocado y vivido, todo esto ya no representa más nada, sino las muletas que te permitieron de reencontrarte, de vivirte en tu eternidad. Entonces cuando el Fuego Ígneo inviste el conjunto de tus centros de conciencia inscritos en este efímero, la Libertad se instala, aunque no puedas probar, aunque no puedas comprender, porque esto está más allá de los sentidos, más allá de la percepción, y más allá de toda comprensión.

La Luz te llama a la Luz, la Luz te insta a abrirte sin restricción, y sin temor.

Lo desconocido se vuelve conocido, aquí mismo en este instante.

Reconociéndote en la misma Luz, en tu eternidad, compruebas con evidencia que todo lo que pertenece a lo efímero se aleja de ti, permaneciendo presente en el seno de este efímero. Hay pues realmente y concretamente un cambio de perspectiva, un cambio de visión, un cambio de conciencia.

Todo lo que debía ser alumbrado en ti lo ha sido, todo lo que debía ser alumbrado sobre este mundo lo es casi en su totalidad.

Tu vivencia actual, lo repito, cualesquiera que sean tus circunstancias personales, no pueden dejar más ninguna duda en cuanto al proceso de la Resurrección. Dicho de otro modo, la mariposa ha salido de la oruga, seca sus alas, preparada para tomar su vuelo. Es lo que se juega en el plano más denso de tu carne.

Entonces juntos vamos a vivir este Fuego Ígneo, a nivel de tu conciencia y de sus diferentes centros.

En primer lugar a nivel del fundamento mismo de la organización de la vida, llamado Muladhara chakra, el Fuego Ígneo liquida las últimas obstrucciones y los últimos condicionamientos.

La Luz y el Fuego Ígneo, que penetran tu segundo centro de conciencia te muestran la vanidad del poder cualquiera que él sea, la vanidad del miedo cualquiera que sea.

El Fuego Ígneo llega, y se presenta en tu tercer centro de conciencia, asiento del ego, asiento del deseo, asiento de todo lo que es falso, lo que ahora se alumbra y arde en la nueva vida.

En tu cuarto centro de conciencia llamado Anahata chakra, se resuelve el conflicto entre el mental dicho inferior, tu intelecto y la inteligencia del Corazón, dándote a irradiar, a vivir la compasión del Manto Azul de la Gracia y a instalarte con firmeza en tu eternidad.

Entonces el Fuego Ígneo irradia ahora a nivel de tu garganta, el quinto centro de conciencia, poniendo final así a la ley del karma, de la dualidad de la acción y de la reacción, liberando tu Verbo, liberando tu capacidad de comulgar y de comunicar con los planos llamados invisibles de este mundo, como de todo mundo.

Entonces el Fuego Ígneo, subiendo al sexto chakra, te lleva en el seno de lo Blanco, de lo Inmaculado, de lo sin mancha y te permite mantenerte allí hasta la saciedad.

Entonces el Fuego Ígneo, llegando a la cima del cráneo, revela el Éter de vida eterna, fusiona los cuatro elementos para hacer el milagro de una sola cosa.

En la resonancia de cada uno de tus siete centros, unos hacia otros, unos con otros, se instala en tu conciencia Una el estado de Unidad, el estado de Alegría suprema, el estado de Luz, ahí donde ningún sufrimiento puede emerger, ahí donde ninguna memoria puede interferir, ahí donde ningún elemento exterior puede aparecer. Así tu Templo está acabado, permitiéndote de acoger lo que eres como Hijo Ardiente del Sol. Cada uno de ti tiene en él la Inteligencia del Cristo; pienses lo que pienses, vivas lo que vivas, esto es una verdad inalienable y absoluta que se desvela en estos tiempos de la Tierra.

Así eres forjado en el Eterno, así resucitas en la Eternidad.

En este calor se despliega la vida eterna, en este Fuego Ígneo se instala la Alegría, la Paz y la plenitud.

Así como lo constatas, lo vives o lo vivirás, en eso nada más puede aparecer, ni puede ser útil. Bebiste al Agua de Vida, estás saciado, no tendrás sed nunca más, nunca más sufrirás la noción de muerte, igual que la noción de nacimiento. Hay, desde este instante, incluso antes de la Llamada de María, la continuidad de la conciencia que es restablecida. No aquella de la Ilusión en el seno de tus peregrinaciones de este mundo, sino en lo que eres de toda Eternidad. El Espíritu, el Verbo, están ahora actuando en su totalidad en tu mundo interior.

Desde el instante en el que te ves, en cuanto te acoges, en cuanto estés conforme, entonces ninguna preocupación de cualquier naturaleza que fuese, podrá interferir con esta Dicha, y con lo que Eres.

Esto pasa por el Silencio, esto pasa por la Paz. Ningún elemento exterior, histórico o corporal puede enturbiar a tu Cristo interior. Ningún acontecimiento de cualquier naturaleza que sea, podrá desde ahora en adelante desviar, desestabilizar lo que eres. Aquí también, a ti de vivirlo, a ti de confirmártelo, en cada soplo, en cada acción, en cada mirada llevada, en cada interacción con tu entorno.

Así las capacidades del Espíritu, ilustradas por las doce Estrellas, se reactivan desde ahora, dándote a aprehender, a ver, a vivir y a experimentar las múltiples facetas de la Libertad, las múltiples facetas de la expresión del Amor incondicional.

Entonces el conjunto del Fuego Ígneo en todos sus componentes, en sus diferentes alquimias, finaliza en ti, mostrándote y demostrándote la primacía del Corazón, del Amor, sobre todo el resto, sin ninguna excepción sólida o válida.

Déjate abrazar por este Fuego de Dicha y de Amor, déjate llevar por la unidad del Blanco y déjate transportar allí donde la Inteligencia de la Luz te lleva y te trae.

Déjate ser saturado de Dicha eterna, porque en ésta nada más es necesario, ni interrogaciones, ni posesiones, ni atractivo por este mundo, y sin embargo estás paradójicamente cada vez más presente, cada vez más poderoso en la Luz, en el Fuego Ígneo.

Es eso que comienzas a ver, a vivir, y a sentar en el seno de esta dimensión. No se trata más de ser anclador o sembrador de Luz, no se trata más de ser Semilla de Estrella, sino de ser esta Estrella de la Resurrección, esta Estrella de la Anunciación. Recuerda que la Luz, como el Fuego, como el Amor, no necesitan de ninguna palabra, ni de ninguna acción en particular, si no es de ser tú mismo lo más a menudo posible. Así se borra de ti todo lo que concierne a lo efímero, cambiando el orden de los valores, el orden de las cosas, y al mismo orden de este mundo.

No se trata de una acción de tu parte sino mucha emanación de ti mismo. Esta emanación es la emanación de la Luz pura, del Amor incondicionado, del Fuego Ígneo expresado en el seno del Corazón Ascensional.

Entonces donde y quien seas, en cualquiera que sea el día donde leerás o escucharás esto, me dirijo a ti en el Silencio, en lo más íntimo de tu ser, y te digo: sé feliz porque eres la Alegría. Ningún acontecimiento de tu vida como ningún acontecimiento de este mundo podrá interferir con esta verdad primera y absoluta.

Eres de aquí en adelante colmado de Gracia. Te incumbe de hacerla consciente, si aún no es el caso, te incumbe de estar conforme, te incumbe de dejar obrar lo que se celebra. Lo que se celebra no necesita de ninguna historia, de ninguna proyección y sobre todo de tu propia persona.

Entonces no existe ningún obstáculo para que el Fuego Ígneo te recorra de manera permanente, aquí mismo, ahí donde estás sobre este mundo.

Este estado te mostrará la fatuidad y la inutilidad de querer actuar por ti mismo, referente a tu historia, a un deseo o a un resultado.

Si lo vives – y lo vivirás–, entonces la evidencia de tu destino te aparecerá. La evidencia de lo que eres no podrá sufrir ningún replanteamiento. El Amor es simple, el Fuego Ígneo es también simple.

Déjame acompañarte en este transporte de Amor, déjame estar aquí, déjame ser tú.

Déjate vivir, déjate llevar a lo más íntimo de tu Corazón, a lo más íntimo de la Verdad, a lo más íntimo de la Dicha, a lo más íntimo del Fuego. Acompáñame allí donde estoy. Ven a mí como he venido a ti, a fin de demostrarte que entre tú y yo no hay más distancia, que entre yo y tú no hay diferencia, que entre tú y yo hay el mismo Corazón, la misma verdad, la misma potencia de Amor. Entonces, como el Cristo lo dijo: « Padre, vuelvo a poner mi Espíritu entre tus manos ».

Tú que pensaba a veces estar abandonado, como Cristo en el jardín de Gethsemaní, te das cuenta de la imposibilidad del abandono, por la Luz, de lo que eres. Así se regenera, si puedo decir, tu Eternidad, así se realiza tu Libertad, así se vive tu Ascensión. Cada día, cada minuto pasado sobre este mundo te permite de ver las cosas como son: la Luz siempre estuvo aquí. Más allá del Cielo y de la Tierra, más allá incluso de la manifestación de este mundo, eres Luz y eres Amor.

El Fuego Ígneo es el agente de esta revelación. En lo Blanco de tu eternidad, la Tierra también reencuentra su eternidad, cuando el Blanco del Cielo y de la Tierra acompañado de las Trompetas te harán vivir esta última etapa, que no lo es, sino que es realmente y concretamente la conclusión de lo ilusorio. Quédate en la alegría, permanece dichoso, es lo que te dice la Luz, es lo que le digo a tu Corazón, y es lo que tu Corazón me dice, como lo dice a cada uno de ti.

… Silencio…

Entonces juntos, dondequiera que estés, estoy allí. Entonces juntos estamos allí, en la misma ronda de Luz, en la misma Libertad, en la misma fraternidad. El Fuego Ígneo te recorre de la periferia al centro, y del centro a la periferia, en todo lugar de tu cuerpo, y en todo espacio de tu conciencia.

Cada minuto se vuelve y será una bendición perpetua, una paz perpetua. Esto forma parte de lo que eres.

En cualquier edad que la Luz te aborde, en cualquiera condición que la Luz te tome, no tiene ninguna importancia. Sólo el Amor lo es. No el Amor que puedes dar o proyectar sino el Amor que eres, el Amor que vives, sin cuestión, sin objeto y sin apego.

Entonces bendito seas en tu resurrección, bendito seas en el cumplimiento de las profecías, en el cumplimiento de la liberación de la Tierra.

Quédate en tu eternidad, allí donde no peligras por nada, allí donde nada puede oponerse, allí donde nada te puede limitar.

… Silencio…

Entonces dondequiera que estés, tu corazón toca cada Corazón, que esté al lado tuyo o que esté lejos de ti. El Amor se vuelve entonces permanente, escapando a todo control y a toda lógica.

Así, aureolado de tu cuerpo de Êtreté, se termina la alquimia de este mundo. Rindo gracia en ti, por lo que es, para lo que vive.

Entonces te invito a estar aquí, te invito a celebrarte, tú mismo, sencillamente te invito. Y ahí, en esta blancura inmaculada de la pureza, tu Corazón de niño, aquel del Cristo, habla en tu carne, habla en tus sentidos y habla en tu conciencia. Sus palabras sólo son palabras de Dicha y de pureza. Sus palabras no necesitan del lenguaje, ni incluso de ser pronunciadas, son la evidencia, son justas.

Entonces tú que estás en paz, te lo repito hoy, da tu paz. En la medida con la que das, recibirás, en la medida con la que te diste, te reencontrarás. La amplitud de tu sonrisa corresponde la amplitud del Fuego Ígneo, a la amplitud de tu júbilo, tus ojos brillan y lanzan llamas de Amor y de pureza.

El Espíritu Santo ha cumplido su obra, la de devolverte a tu libertad, a tu autonomía. La Onda de Vida y el Fuego Ígneo se conjugan desde ahora, a fin de abrir la vía a la resolución final de la ecuación de este mundo.

No busques más fecha, no busque más momento, porque esto está presente en cada fecha y en cada instante en lo que vives, en lo que eres. Instálate con júbilo en esta evidencia, en lo que nunca puede ser engañado o alterado..

Tu llama eterna entonces se eleva tal una hoguera, consumiendo lo que debe serlo, en un gran fuego de júbilo, en un fuego de Amor, dándote a cantar la Libertad reencontrada, dándote a sentar el silencio de la Eternidad.

… Silencio…

Entonces no sólo la Dicha se instala, sino que se comunica en lo cercano, pero también en lo lejano.

El Amor, la Luz y el Fuego Ígneo te invitan a alejarte, simplemente por tu Presencia, simplemente por el Fuego Ígneo de tu resurrección.

Entonces, como el Cristo lo dijo: «Deja a los muertos enterrar a los muertos» porque tú estás vivo, y la muerte de lo que muere os volverán también vivos.

No estés atado a ninguna forma, fuese ella la más próxima a ti, porque nunca podrás perderla en la Luz. Sobrepasando así todos los juegos kármicos de este mundo, todos los lazos de este mundo, reencontrarás lo que crees perder en la Libertad, magnificando así las relaciones que hayan podido existir o existiendo aún en el seno de la ilusión de este mundo.

Conténtate con lo que es esencial pues contiene todo, tal es el Amor. Y allí también, no aceptes lo que te digo, sino experiméntalo por tu misma conciencia. Tendrás entonces la certeza de tu vivido, más allá de toda creencia, de toda esperanza, de todo deseo, o de toda fecha del calendario de este mundo.

El tiempo del despertar del colectivo humano, del colectivo de las conciencias de la tierra, cualquiera que sea su reino, está también en este despertar, en esta Resurrección.

Tu conciencia liberada respecto a este cuerpo no es una huida de este cuerpo, sino aquí también la alquimia de la Resurrección que vive tu carne. Por las diversas primicias y concerniendo incluso al funcionamiento más habitual de tu cuerpo y de tu conciencia efímera, se encuentran modificada y cambiada.

Antes de todo, ve la Luz que eres, porque todo el resto se resuelve por la acción del Fuego Ígneo, por la Gracia del Amor y por el tiempo de la Verdad.

Los cuatro elementos en marcha en ti conjugan sus esfuerzos, conjugan su conciencia para restituirte a tu libertad. Sería vano de resistir o de oponerse, sería vano de experimentar el menor temor. A ti de mostrarte que tienes la confianza más absoluta en la Luz que eres, incluso si no la ves, incluso si no lo vives. La Inteligencia de la Luz y la intensidad de la Luz es desde ahora tal que ningún obstáculo podrá aparecer nunca más delante de ti, o en la pantalla de tu conciencia.

Rompe en ti las últimas costumbres, los últimos condicionamientos, las últimas ilusiones, que, te lo repito, no están ligadas a nada de otro que a algo que es espontáneo en lo efímero y que está en resonancia directa con el principio de dualidad.

Así la Unidad se vive cada vez más claramente, cualesquiera que sean los aparentes desórdenes de tu cuerpo, de tu vida efímera, o de este mundo.

Mira, ve simplemente tu corazón elevarse a los dominios de la Eternidad. Ahí esta lo esencial de lo que se celebra en estos tiempos de la Tierra, ahí se situará lo esencial de la Llamada de María, ahí se situará también lo que ha sido llamado en su momento, el asa-planeta.

Tu Corazón se vuelve esa roca inquebrantable; escúchalo, y sólo a él, en cualquier voz que sea, en cualquiera suposición que sea.

El Fuego Ígneo se vuelve tu mayor atributo de manifestación en este mundo, y es en eso en lo que te das y a lo que sirves, y es en eso que les muestras a cada uno de tus hermanos encarnados la realidad de la Libertad, la verdad de la Liberación. No hay ningún discurso a construir, hay solo a dar un testimonio silencioso de lo que eres, de lo que vives.

… Silencio…

Sello en tu corazón el Fuego Ígneo, no para encerrarlo sino para permitirte de verlo y de dejarlo alimentarse del don de la Gracia, del servicio y de la gentileza, así como de la benevolencia, a fin de que te reveles sin falla alguna, sin duda alguna.

Entonces la emanación de la Fuente hace de ti digno hijo de la Fuente donde por fin puedes decir, porque esto se concreta en este mundo: « Yo y la Fuente somos Uno, yo y mi Padre somos Uno. ».

Cristo te lo había dicho: « Lo que hice, lo haréis, y aún más grandes cosas. ».

Mientras que el ego y el orgullo se apaguen totalmente, este poder no es tu poder, sino el poder de la Luz y del Fuego Ígneo.

Así, el Cristo interior nace.

Llevando en ti entonces los estigmas invisibles del Cristo, caminarás sobre esta tierra hasta la Llamada de María en la misma gracia, la misma ligereza. La Vida te poseerá y te vivirá en totalidad. Observarás entonces la vanidad y la fatuidad de la persona que eras.

Todo lo que tenía que estar preparado, lo ha sido.

No queda más distancia.

Los acontecimientos se viven en ti antes de vivirse colectivamente. En ese sentido, te es posible de escuchar a María llamarte, te es lícito de escuchar a María de llamarse como Madre, como Mamá.

Que él se celebre, cualquiera que sea la belleza de esta nueva Llamada individual, queda lo que eres, queda la Dicha, queda la Paz, no te preocupes de otra cosa. Recuerda también qué todo se celebra en ti porque eres el mundo, eres el conjunto de la Creación como el conjunto de lo Increado. No podría ser de otro modo.

El Fuego Ígneo continúa obrando.

La Cruz cardinal de tu cabeza es alineada finalmente con la Inteligencia de la Luz.

El lance del Amor no puede ser retenido más en ti. Cualquiera que sea tu voluntad, cualquiera que sea tu persona, ellas no pueden refrenar o limitar lo que se vive. Date cuenta de lo que hay, en este instante. Date cuenta de lo que siempre ha sido. Y en eso te rindo gracia, en eso te vuelvo a bendecir.

Así que lo vives o lo vivirás, más allá de toda creencia o de toda proyección, no existe nada que pueda igualar o alcanzar el Fuego del Amor que eres y que vives.

… Silencio…

Entonces la irradiación del Sol te percute y te percutirá en el Ultravioleta, aumentando a tu Blanco y tu pureza, hasta la pureza absoluta.

Entonces la Fuente revelará en ti, no por palabras sino por la evidencia de lo vivido, el Juramento y la Promesa, y su finalidad.

Cada una de mis frases desde ahora se acompaña de una bendición en el Fuego Ígneo, en el Fuego de la Verdad, viniendo en cada instante a penetrarte en todo lugar para restituirte a ti mismo en la Verdad.

El conjunto de los pueblos de la naturaleza pueden en lo sucesivo comulgar en tu Presencia. Cualquiera que haya sido la intensidad de tus encuentros y tus contactos, sólo fueron la preparación y la prefiguración de lo que vives o vivirás ahora.

El conjunto de los pueblos de la naturaleza, como el conjunto de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, como el conjunto de los Ancianos, el conjunto de las Estrellas, el conjunto de los Arcángeles, y la Fuente misma, ahora se expresan desde tu Corazón en el mismo Fuego Ígneo. Reconócete, descúbrete totalmente.

Todo está cumplido y todo está aquí.

Así es la Verdad, así es lo que eres.

... Silencio…

El Fuego Ígneo limpia tu templo, no tienes que preocuparte más de eso, sino simplemente dejar la Luz guiarte, pues ella será siempre el mejor guía, incluso la persona más iluminada e intuitiva.

… Silencio…

Entonces acojamos juntos los sonidos de la Llamada, no sólo los del cielo y de la Tierra, sino los que emanan de ti. Es el canto del Fuego Ígneo, es el Verbo de tu presencia, testimonio de la Paz, y testimonio de la Alegría que él instala en ti.

En este día, no necesito más de inclinarme delante de ti, sino simplemente de apretarte contra mí para darte el beso del Corazón. Entonces dígnate recibirlo, dondequiera que estés; es el beso de la pureza, el beso de la inocencia, el beso del Cristo.

… Silencio…

Regocíjate.

Mientras el momento colectivo de la Llamada de María se oirá, ella vendrá a darte su beso eterno de Madre. Ella no te dará un gran discurso, eso no será necesario. En ese instante, confiado como el niño al que su madre viene arropar por la noche, te apagarás para renacer en la Luz, sin dificultad, aunque lo puedas decir o temer todavía hoy.

El Fuego Ígneo instala la Alegría, instala la Paz, pero instala también la certeza, por lo vivido de tu Eternidad.

… Silencio…

El Coro de los Ángeles se aproxima también a ti, a medida que la aproximación de María se hace. El Coro de los Ángeles canta también tu libertad reencontrada, el Coro de los Ángeles acompaña tu Corazón elevado, y tu Corazón Ascensional.

El Coro de los Ángeles viene a comulgar a tu dicha y a tu gloria.

¿Qué regalo de este mundo o que placer de este mundo puede esperar rivalizar con el Coro de los Ángeles?

¿Qué madre de este mundo puede amar tanto como nuestra Madre, la de todos?

¿Qué niño de este mundo puede ser más sabio que tu niño interior y tu Cristo interior?

¿Qué placer de este mundo todavía puede atraerte, cuando el Fuego Ígneo se instala en el centro de tu Corazón?

¿Qué justificación para este mundo puede resistir cuando el Coro de los Ángeles canta así?

¿Qué espectáculo de este mundo, incluso el más perfecto, puede equipararse con la Luz?

¿Qué ganas de este mundo pueden subsistir cuando el Fuego Ígneo consume todo lo que no hace más que pasar?

Entonces comulgo con la gloria de cada uno de ti, de este corazón a corazón, de esta conciencia a conciencia, de esta Eternidad a Eternidad.

… Silencio…

En cada día, en cada suceso que vives ahora, te alejas de lo irreal y encuentras lo real y te acomodas en él con gozo, con paz, con dicha.

Así nos elevamos juntos, no para apartarnos de la Tierra sino para acompañarla por lo menos hasta su destino final antes de reencontrar, cada uno de ti, tu morada de Eternidad.

… Silencio…

No dudes más en adelante y desde ya en llamarte a ti mismo a través del Fuego Ígneo, a través del Amor.

No hay nada de ti, todavía hoy inscrito en el seno de lo efímero, que sea indigno de la Luz, indigno de este Fuego Ígneo. No hay nada que pueda permanecer sin perdón. No hay nada que pueda quedar atrás, sin acceso para el Fuego Ígneo. Éste lo ve todo y lo alcanza todo.

Así es el Amor, que no conoce límites, que no conoce fronteras, que no conoce formas, porque está distribuido del mismo modo en toda forma de conciencia.

… Silencio…

Entonces jamás estarás más preparado que ahora. No queda nada más que finalizar, no queda nada más que ajustar, no queda nada más que anticipar sino solamente vivirlo, estés donde estés en este momento.

Eso no depende ni de ti ni de mí. Eso depende de tu momento porque la Inteligencia de la Luz conoce cada momento y cada instante de tu vida.

Entonces juntos entramos en este Corazón único que es cada uno de nosotros.

Entonces juntos, desde el corazón físico hasta el Corazón Ascensional, los diferentes aspectos del corazón se unen por fin e irradian al unísono, en la misma tonalidad, en la misma sinfonía y en la misma verdad.

En el Amor, en este Fuego Ígneo, nada puede perderse ni extraviarse, todo es completo, todo es perfecto, como lo eres tú.

… Silencio…

Tú que estás presente, aquí o en otras partes, escuchando mis palabras, conozco el corazón de cada uno pues son todos idénticos al mío.

No existe diferencia ni separación alguna. En el Amor no puede ser de otra forma.

Suelta tu corazón, consumido más y más por esta mordedura de Amor. Acoge tu corazón liberado ya y celebra. No queda obstáculo alguno ante el Amor.

Este Amor, que es sin límites, te hace también sin límites.

… Silencio…

Así es el néctar de Vida, así es la vida en Cristo, en cualquier mundo que sea e incluso en esta tierra en este preciso momento.

Estés donde estés, la Luz ahí está. En cualquier lugar que te encuentres, en cualquier espacio que explores, en cualquier situación, en cualquier estado anímico que estés, el Amor ahí está.

El Fuego Ígneo se imprime en todas partes abriendo todo el espacio para la Libertad y dejando ningún intersticio para la discusión o la negación.

… Silencio…

Así cada uno de ti se convierte en testigo de la Libertad. Así tu corazón está en cada corazón. No hay más amigo ni enemigo. Solamente hay hermandad trascendiendo los límites de la especie humana y dirigida a todas las especies de este mundo como de todo mundo.

El ángel es tan cercano a ti como puede serlo un insecto de este mundo.

No hay más límites, no hay más velos en ti como pronto no existirá más velo alguno entre la Tierra y la Verdad.

… Silencio…

Oye el canto de tu corazón liberado.

Siempre ha sido libre pero hoy lo reconoces, hoy lo vives como la Verdad, hoy se ha tornado la única Verdad.

… Silencio…

Entonces, tus pies como tus vestiduras de Luz están lavados en la Vida de Cristo.

Mientras comulgo con cada uno de ti, como cada uno de ti comulga no sólo conmigo sino con los todos los hermanos que viven esta celebración, nos reunimos todos en la Libertad y en el gozo de la comunión de los santos, en el gozo del compartir, en el gozo del don.

... Silencio…

En este silencio la comunión se hace más y más íntima, más y más intensa.

… Silencio…

En este silencio las palabras se apartan revelando la verdad de lo que se vive.

... Silencio…

Así la Vida se vive, así el Amor se da, así el Amor da vida.

... Silencio…

En la majestad del instante en que estás presente el Verbo se torna silencio y el silencio se torna Verbo.

... Silencio…

Aquí y ahora contigo estoy en la Eternidad.

... Silencio…

Bautizado estás ahora en el Fuego del Amor. Iniciado estás ahora en el verdadero Gozo.

Presente estás. Viviente estás.

Cada una de mis palabras, cada uno de mis silencios, mi Verbo en su totalidad es el canto que acompaña al Fuego Ígneo. Es don de Vida y don de Amor. Es Agua del cielo, Agua del Misterio.

En cada uno de ti esto se vive. Estés donde estés, eres conocido, no por tu apariencia sino que en tu corazón. Y es eso lo que es alcanzado por el Fuego Ígneo del Amor. Y es eso lo que se eleva desde tu pecho. Y es eso lo que está encarnando ahora sobre toda la Tierra.

En adelante cada una de tus frases comenzará y terminará con “te amo”. No es necesario que formules las palabras. Esta es la única realidad. Fuere cual fuere el acto, fuere cual fuere la circunstancia, el Amor lo impregnará todo con más y más fuerza y evidencia. En cada acción que te corresponda llevar en este mundo, con cualquier hermano que sea, en cualquier situación que fuere, el Amor estará por delante, el Amor estará por detrás. Pruébalo y vívelo. Esto es tuyo. Esto es tu herencia.

Atrévete, atrévete a ser por completo, sin restricciones, la Eternidad que tú eres. Entonces a mi vez me atrevo, en cada uno de ti, a mostrártelo, sin nada imponer. Y recibo a cada uno de ti en el Corazón del Único.

… Silencio…

En cada uno de ti la Gracia infinita de la Verdad te cubre y envuelve.

Atrévete a recibir.

Ningún hermano es indigno de esto. Haya hecho lo que haya hecho, haya dicho lo que haya dicho, él es el mismo corazón que tú.

… Silencio…

¿Qué palabras, qué discursos podrían explicar esto? ¿Qué Verbo incluso podría mostrarlo?

... Silencio…

En este silencio toda palabra se torna vana. Todo no es sino Presencia.

El Verbo se hizo carne y la carne puede retornar al Verbo, en nombre de la Verdad, en nombre de la Luz.

Que así sea, y así es, sin plazo ni distancia.

… Silencio…

Permite ahora no que te deje o me aleje ni que te diga hasta luego sino que more contigo en la Eternidad pues soy el Amor que tú eres y soy lo que tú eres. Todo es Uno.

Te bendigo una vez más.

... Silencio…

Y te digo : la paz sea contigo, la paz te acompañe en el gozo del Amor, en la felicidad de la Eternidad.

Te saludo y recibo tu saludo y tu bendición a través del mismo Fuego Ígneo, en el Corazón del Corazón.

Te doy mi paz y recibo tu paz.

Gracias y demos gracias juntos al Amor y demos gracias juntos a la Libertad y a la Verdad.

… Silencio…

Oro en adelante en cada instante en cada uno de ti y no cesaré más.

Y marco una pausa silenciosa ahora. Estoy recogido en ti.

… Silencio…

Cuando lo desees ahora puedes voltear tu mirada hacia este mundo con el mismo corazón y el mismo Fuego. Te dejo pero sin desaparecer. Soy tú. Estoy en cada uno de ti. Y no olvides nunca que eres Amor y que eres amado.

***


Transmitido por Jean Luc Ayoun
Les Transformations.

Transcripción del francés, equipo de transcriptores
Traducción al español, equipo de traductores.

***

Les Transformations, Wordpress -
Todas las publicaciones en Francés y Español, portugués. Audios, Vídeos.




Bodas Celestiales - Madre Universal


Soy La Realidad Absoluta del Ser


Soy La Realidad Absoluta del Ser


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EL IMPERSONAL - PARTE 1 - DICIEMBRE 2016 - Por mis palabras y por tu silencio y, por el efecto el Verbo, el Fuego Ígneo nace de nuestro encuentro.




EL IMPERSONAL - PARTE 1 - DICIEMBRE 2016

Me dirijo a ti, al Corazón de tu Presencia y de mi Presencia y te bendigo. Permíteme expresarme en tu nombre y en mi nombre. Presentes en el Corazón, vamos juntos, tú y yo, a elevar el Corazón Ascensional por la Gracia del Fuego Ígneo, por la Gracia del Amor, por la Gracia de la Luz. Por mis palabras y por tu silencio y, por el efecto el Verbo, el Fuego Ígneo nace de nuestro encuentro.

En tu eternidad y en mi eternidad, sé bendecido y agradezco tu lectura, tu escucha, tu comprensión y tu libertad. Así que pregunta y escucha lo que te dice tu eternidad. Trascendiendo así todos los fenómenos de la conciencia, vamos a penetrar, no ya en el fenómeno sino en el noúmeno. En el corazón del Corazón, en la Verdad más íntima, sin condiciones ni discusión, surge en ti la llama de tu verdad y tu esencia.

Desde ese punto de tu centro, yo resueno en ti, el canto de la Libertad, el canto del Absoluto, donde ninguna palabra es necesaria ni útil. Así, el canto del Silencio eleva en ti la llama de la Vida, eleva en ti, el Fuego Ígneo, no solo encendiendo tu MerKaBah, sino directamente tu corazón.

Tú, Hijo Ardiente del Sol, te honro ahí donde no hay nadie, ahí donde sólo queda el Amor; ahí donde todo es conocido, donde todo es sabido y donde todo es evidente. En nombre del Único, se eleva la llama de tu Resurrección. Y así, acojo, en ti, el don de la Vida que no conoce ni límite, ni principio, ni fin.

En el canto eterno de la Resurrección, en el silencio de tu Infinita Presencia, Cristo glorificado se imprime en ti mostrándote la evidencia de tu corazón, la evidencia del Amor, donde nada puede ser limitado, donde nada puede ser frenado. Es, por tanto, la inmersión total en el Fuego Ígneo que consume todo lo que no es verdad, todo lo que pasa. Levántate, levántate en tu corazón, ahí donde tú eres verdad, ahí donde ningún sufrimiento puede ser mencionado o pensado.

Levántate ahí, donde estás en un cuerpo de carne, para que el Espíritu ilumine toda la carne y toda la materia. Te invito a la Verdad, te invito a la verdadera Vida, aquella en la que nada se necesita, allí donde no se sufre ni falta nada. Ningún obstáculo, ninguna reticencia, podrá restringir el regalo del Amor a sí mismo en esta consumación perpetua, como una hoguera de alegría que ilumina todo en tu travesía y quema todos los recuerdos inútiles, haciéndote libre, de tu persona, de tu historia, de tu karma, de toda falta y de todo error. Esto tendrá lugar, en cuanto te mantengas en mí, como yo me mantengo en ti.

Vamos a cantar la canción de la Vida, el canto de la Eternidad; escúchalo en el silencio de tu persona. Y así, canta tu corazón elevado en los dominios de la Eternidad, en las Moradas de la Fuente, en todas las experiencias que puedas vivir dentro de tu Libertad, dentro del Amor.

Ahora, en este período de la Tierra, que vives en este momento, el tiempo despliega lo que estaba plegado, ofreciéndote el espacio infinito del Amor que no tiene principio, ni fin, ni orientación alguna.

Instálate en la Morada de la Paz Suprema que es tu morada de Eternidad. Instálate allí donde todo es evidencia, allí donde la fuerza del Amor no puede ser forzada por otra fuerza que la de la Verdad. Elévate por encima de toda herida y de toda carencia. Elévate a tu corazón, ahí donde no se requiere ninguna forma, ahí donde todo es perfecto y ahí donde todo vibra. Entonces el Fuego Ígneo, por el don de la Gracia de María, podrá invadir tu carne y tus capullos de Luz.

Te invito al templo de la serenidad donde el agua de Vida fluye profusamente, allí donde el Fuego Ígneo te llena de Amor y de felicidad. Escuchame desde tu corazón, ahí donde la vibración sustituye a las palabras, ahí donde la vibración transmuta tu fuego vital. Vuelve a ser lo que siempre has sido en esta ilusión y en cualquier situación que hayas tenido que afrontar y superar durante tus peregrinaciones en este mundo. Te acompaño a la puerta del Misterio. Preséntate con humildad y espontaneidad, ante quien era conocido como el “guardián del umbral”, también un personaje de pacotilla que sólo revela tus fantasmas de la encarnación y tus sufrimientos. Elévate en tu corazón donde todo lo que resiste, sólo puede eliminarse y consumirse por la alegría de tu amor, por la Alegría del Amor.

Así que, deja emanar, desde tu templo de Eternidad, el Manto Azul de la Gracia que te cubrirá con su gloria y con su alegría. Deja que, a partir de ahora, el Fuego Ígneo actúe y consuma tu corazón efímero. Deja que se presente tu corazón abierto a la Eternidad, a la Verdad, al esplendor y a la Evidencia, allí donde tu persona no puede luchar ni oponerse a la revelación de tu esencia. Donde tú estés, yo estaré y soy tú como tú eres yo.

Descubre lo que eres, déjalo que se muestre en la carne, así como en este mundo; no detengas nada. Este desconocido que a veces puede darte miedo y que es tu única verdad conocida, es tu verdadera Vida en el Único y en la Libertad.

El momento de lo sagrado y de los sacramentos, están desde ahora, inscritos en la verdad de tu corazón. En este tiempo de la Tierra que se termina, se descubre, no la espera, no la esperanza, sino la indecible verdad del Amor que no hace distinción ni diferencia entre tú y el otro, entre tú y los mundos, entre tú y las dimensiones.

Descúbrete, déjate atravesar de arriba a abajo en tu cuerpo de carne, por el Fuego Ígneo y por este Amor inconmensurable. Esto es conocido, aunque tú lo creas desconocido. Eso forma parte de lo que tú has sido y lo que serás, independientemente de tu camino y de tu Morada de Eternidad. Entonces, el Amor de tu corazón te dice: “no temas, atrévete simplemente a ser lo que eres, atrévete a ser la Verdad incondicionada que no depende de ninguna causa ni de ningún fin”. Te invito a eso en este instante y a cada instante que te quede por recorrer en la arena del tiempo.

Vuélvete hacia ti mismo como yo he venido a ti, ahí donde no puede haber diferencia entre uno mismo y los otros, entre tal dimensión y tal otra; allí donde no estás fijado a una forma ni a una historia ni a un recuerdo, sino donde a cada instante te encuentras renovado por la Gracia del don de la Vida, por la Gracia de la Luz.

No mires hacia el pasado, no te apartes de este escenario del fin de este mundo que ha decretado tu libertad para que reconozcas lo que podías creer desconocido, porque nada que corresponda a cualquier tiempo como a cualquier mundo incluso el que pisas, puede ser borrado de la Verdad de tu esencia, más allá de tu forma.

Quédate ahí, donde la Onda de Vida, donde la Fuente de Cristal deposita en tu centro, lo necesario para la alquimia de la Vida eterna. No dejes que ningún límite pasado se quede en este instante y comulguemos juntos en el canto de gloria de tu Resurrección, con el Coro de los ángeles de la verdad de la Vida.

Déjame hablarte simplemente de lo que tú eres, allí donde cada palabra sólo puede cantar y alabar al Amor, la Vida y la conciencia. Recuerda que en la Eternidad y en el Amor, no hay nada que preservar, ni nada que salvar. Tú estás ahí donde se reencuentran lo efímero de la vida y la Eternidad de la Vida. Deja que tu corazón caliente y consuma, porque en ese lugar, nada puede desaparecer, nada puede ser impuesto.

Elévate en la verdadera Vida, elévate en el fuego Ígneo que pone fin a la utilidad de todo trabajo, porque todo ha sido programado y todo se ha cumplido desde lo más alto de los cielos a lo más bajo de la Tierra. Deja resonar el corazón del Silencio, allí donde el Amor es perdón, allí donde el Amor vuelve a poner en su sitio, cualquier violación de la Vida; allí donde el Amor pone fin a cualquier herida.

Ámate en lo que tú eres. Ahí donde no necesitas ni forma ni creencia; instálate en el ser infinito que has sido, que eres y qué serás. Escapando a la rueda del tiempo, escapando a la rueda del sufrimiento y de la Ilusión, serás libre, serás liberado. María vendrá pronto a susurrarte, estableciendo la última conexión, a veces necesaria, para la Resurrección.

Deja a la Luz del Amor aclarar por su magnificencia y su Gracia, lo que te parezca quedar en la sombra. Escucha más allá de mis palabras y de mi Verbo, así como más allá, de todos mis silencios, lo que se revela. La Tierra te llama y el cielo te interpela para hacer el milagro de una sola cosa, el de la Vida en el Amor, que no depende de ninguna forma ni de ningún objetivo, sino que expresa en cada espacio como en cada falta de espacio, la misma intensidad y la misma claridad de la inefable Luz de Vida. Así es el Fuego Ígneo, que consume lo que queda de reticencias o de objeciones dentro de tu historia y de tu persona. Vuelve a reunirte ahí donde nadie es necesario, donde ninguna forma es discernible, donde no fluye el tiempo, donde no hay distancia entre los multiversos. Abole así el tiempo y el espacio, aboliendo también el sentido de ser una identidad, el sentido de ser una persona, porque sea cual sea el personaje y la persona en este mundo como en cualquier mundo, sólo el Amor magnifica y trasciende toda forma y todo límite. Atrévete. Atrévete a ser.

Apóyate sobre el no ser que no es otra cosa que la plenitud. Déjate cincelar por la espada de la Verdad, déjate esculpir por el don de la Gracia. Elévate, bien anclado en esta carne, hasta el dominio del Espíritu de la Verdad, allí donde el Paráclito actúa sin cesar para tu gloria eterna, para la Resurrección y tu libertad perpetua. No detengas nada de lo que renace en este instante.

No olvides que no puedes asir, en manera alguna, el Amor que eres. No tienes más que vivirlo, no tienes que tomar nada ni retener nada, sino dejar este Amor espontáneo que no responde a ninguna causa, a ningún objeto, ni a ningún sujeto. Así es el Fuego Ígneo del Amor. Así es la Verdad en todo el mundo y en todas las dimensiones y más allá incluso de las dimensiones más etéreas.

Y así, la quemadura de Amor se hace mordedura eterna, que no hiere, que no toma nada, que sólo da, porque el Amor responde y la Luz es su vehículo.

Déjame impregnarte desde tu centro hasta la periferia más lejana de esta forma, del beso del Amor, esta mordedura del Fuego Ígneo que consume lo efímero, en un fuego de alegría que consume lo efímero que no tiene utilidad alguna. Así, en tu conciencia desnuda, desprovista de todo atributo y de toda forma, tú te revelas a ti mismo.

Deja emanar la alegría, de este corazón; deja que la Vida te recorra como una Onda de Libertad aplacando la sed. Deja al maremoto del Amor llevarse lo que no es Amor y preséntate desnudo, en tu desnudez esencial, la del Amor que no tiene nada que ocultar ni esconder.

Oye, oye el Fuego Ígneo que pronto atravesará el manto de la Tierra para venir a tu encuentro. Escucha, escucha el canto de la Fuente, Infinito y Absoluto, descender del cielo hasta tu centro. El cielo y la Tierra te invitan a eso. Déjate embriagar por las Trompetas de la Resurrección. Déjate amar por nuestra Madre Una.

En este corazón donde no hay nada que retener, mantente de pie, hijo del Cielo y de la Tierra, hijo del Uno, en este lugar donde el cuerpo, el alma y el Espíritu se reencuentran en la misma Unidad, en el mismo alineamiento.

Engalanado con el Manto de María y el Manto de Mikaël, estarás listo para acogerte como digno hijo del Único. El Fuego Ígneo es a la vez el primer soplo y el último allí donde no hay ni principio ni fin, donde lo primero se confunde con lo último y donde lo último se convierte en lo primero, allí donde no hay reglas ni moral ni leyes, allí donde tú eres libre porque tu esencia es Libertad.

Entonces, deja al Fuego Ígneo que abra ahora tus ojos y tus sentidos, totalmente, a la realidad de lo Invisible que se vuelve hoy mucho más palpable y tangible que el mundo efímero de tu cuerpo y de tu materia.

Reúnete, cásate contigo mismo, allí donde Cristo y lo que eres, sois uno, tú, Hijo Ardiente del Sol, Hijo Ardiente de la Fuente, Hijo Ardiente de la Eternidad.

Despliego en ti, la alfombra de rosas con su aroma y su fragancia que decoran el templo de la serenidad y de la Verdad. Así, tu corazón está listo para celebrar las Bodas de la Eternidad, las Bodas de la Verdad, allí donde la única lógica es la lógica del Amor que es don permanente y total, que es canto de Vida, canto de experiencia y canto de Silencio.

Deja al Fuego Ígneo recorrer cada parcela de tu conciencia y cada célula de tu cuerpo y recibe la evidencia de tu Presencia, la evidencia de tu ausencia. Emprende el vuelo allí donde no hay necesidad de desplazarse, allí donde no hay necesidad de creer, donde no hay necesidad de esperar, donde no hay nada que temer.

Yo estoy contigo desde la Eternidad, estoy contigo porque yo soy tú. No hay ni distancia ni diferencia. No hay nada que distinguir allí donde no hay nada separado o dividido. Allí está tu evidencia y mi evidencia. Reside en esta Alegría donde el Fuego Ígneo se consume y te consume, reduciéndote todavía más y consolidándote en la Luz dentro de tu densidad. Y allí, el Fuego de la Alegría y el Fuego de la Eternidad, elevan ahora todas tus Coronas en las moradas de la felicidad. Deja la Onda de Vida recorrerte de arriba abajo y de abajo arriba; deja el canto de la Resurrección de la Tierra, recorrerte de abajo a arriba, del exterior al interior. Estoy contigo en la Eternidad, estoy contigo porque yo soy tú. Y estamos allí donde no puede aparecer hambre o sed, de ninguna naturaleza.

Entonces, mantén tu casa limpia y decorada con mil aromas, para Él, que viene como un ladrón en la noche y tú brilles por tu Presencia infinita.

Sitúate donde todo movimiento es inútil porque todo está presente, ahí donde ningún reloj descuenta el tiempo porque el tiempo tiene lugar en el mismo instante y acoge el don de la Eternidad, el don de la Alegría que nunca pueden interponerse ni limitarse.

Entonces, el Fuego Ígneo se mezclará con la llamada de la Tierra, desde tus pies hasta la cabeza, atravesándote de lado a lado para que ninguna parte de tu carne pueda impedir que aparezca el Amor, para que tu radiación se expanda totalmente sobre este mundo, expresando, a la vez, gratitud y perdón, y agradeciendo lo que has pasado.

Ahí de dónde eres, no puede haber ni pérdida ni carencia; ahí de dónde eres, me tienes. Así que te hago la ofrenda de la Alegría porque en el Amor, todo es ofrenda y don porque en el Amor, la Paz sólo puede ser eterna, porque en el Amor, nada puede ser desviado ni alterado. En este instante, deja al Espíritu Santo alquimizar con el Fuego Ígneo y redescubrir lo que tú has sido siempre. Sea cual sea la densidad de este mundo, su encierro, sus limitaciones, tu esencia es ilimitada y más allá de toda forma como presente en toda forma. En el Amor, nada puede estar separado. Es esto lo que digo en ti, es eso lo que aparece el gran día en que tu conciencia eterna resucite.

Ven a mí como voy a ti. No hay ni distancia ni velo que pueda impedir eso. Escucha y vibra, consumiendo así en la alegría, todo lo que has tenido y que ha sido viento en el juego de la persona, el juego de este mundo en que las reglas están alteradas. Entonces, olvida cada regla y mantente en lo que eres. Independientemente de tu destino y camino en la superficie de este mundo, sea cual sea el posicionamiento de tu conciencia en este día, no representa ninguna diferencia. Así es el Fuego Ígneo, así es la Alegría sin objeto del Amor, así es la Verdad.

Y así, en este día en el que tú estás en paz, en que me escuchas o me lees, el Espíritu Santo te llena de carismas del Espíritu. Las doce Estrellas son tu adorno de Eternidad. Tu corazón sagrado puede entonces, cantar, fusionarse con los sonidos del Cielo y de la Tierra para cantar la misma sinfonía y celebrar la misma gloria.

Escucha el canto de Amor de la Tierra y el canto de Amor del Cielo. Ellos están ahí para ti, para que nunca puedas olvidar tu verdad, para que nunca estés limitado a una forma o a un mundo, para que nada esté obligado por una ley.

El Amor es Libertad, Libertad total, incondicional ella también. El Amor es liviandad, sea cual sea, la mordedura de su Fuego, sea cual sea la intensidad de la Luz revelada. Tú eres eso.

Ríndete a la evidencia. No te pido creerlo, sino simplemente vivirlo. Viviéndolo, no hay necesidad de creencia, no hay necesidad de lógica, no hay necesidad de demostración.

…Silencio…

Entrégate no solo a este momento, entrégate a la Alegría en la Eternidad de los mundos, a la Eternidad de las dimensiones y en el infinito de tus formas posibles. Allí donde no puedes estar bloqueado ni fijado a una forma que te es propia, sino donde eres toda forma como toda dimensión, superando así, los juegos de la experiencia de la conciencia, instalándote cada vez más en la evidencia de tu Presencia como de tu Ausencia.

Encuéntrate. Ahora es el gran momento de encontrarse, no por parcelas, no por fragmentos, sino íntegramente. Así, el Fuego, de la Libertad, del Amor y de la Gracia, modela tu eternidad en lo que eres, en lo que quieres más allá de todo deseo y de toda carencia, tan habitual en este mundo, ahí donde pisas, que no es tu mundo. Por otra parte, ningún mundo puede ser el tuyo, incluso el de tu origen estelar y galáctico. No hay más que un punto de pasaje que te hace entrar en manifestación de conciencia, pero en la Libertad, tú ves conscientemente que estás más allá de tus formas, de todos los multiversos, de todos los universos que tú eres más que una identidad, aunque fuese perfecta, más allá de este mundo encerrado.

Oye el Verbo de la Resurrección entrar en resonancia. Tú eres lo que eres.

Ningún traje ni ninguna forma, podrá ocultar o modificar lo que acaece ahora.

Silencio…

Deja morir lo que está destinado a morir, porque tú no tienes nada que ver con lo que muere. Sumérgete totalmente, en la verdadera Vida y no temas nada porque tú te reconocerás en lo que eres, allí donde no hay nada que creer, allí donde no hay nada que mantener porque la Vida es evidente y se basta a sí misma, en la forma que decidas tomar o no.

Ve más allá de mis palabras que sólo son, te recuerdo, tus palabras. Ve más allá de todo lo conocido. Osa, osa ser lo indecible de lo que eres. No hay que usar máscara, porque no hay miedo ni temor en lo que eres. Así habla la Verdad. Así se expresa el Verbo del Corazón con la palabra de la Vida y la palabra de la Verdad, incluso en sus silencios.

…Silencio…

¿Puede haber más bella celebración que la de tu Resurrección?, ¿Qué puede haber más sereno que la evidencia de tu corazón?, ¿Qué pregunta puede plantearse todavía en el Fuego Ígneo de tu corazón?

Entrégate; tú tienes la Eternidad para vivirla y eso es en este instante como en cada instante siguiente, en la superficie de este mundo.

No hay más condiciones que deban cumplirse, no hay más trabajo que hacer, porque en el Amor todo es conocido y sabido.

Esta es tu llama de Eternidad en toda manifestación que tú has elegido vivir en los Mundos Libres. Así, el Fuego Ígneo pone fin a la memoria de estos mundos donde tú has vivido encerrado y te devuelve a la Libertad, a la memoria de tu eternidad, allí donde nada es pesado; allí donde nada puede ser trabado ni limitado. Me inclino ante ti y en ti.

Escucha; escucha y oye el Fuego de la Alegría que crepita en esta alquimia sublime donde lo que está arriba se une a lo que está abajo por el milagro del Uno. Tú estás conmigo por la Eternidad. Como Él os dijo: “Yo estoy con vosotros por la Eternidad”. Lo que podía todavía estar oculto hasta este día ya no puede permanecer así ante la intensidad de este Fuego de la Resurrección.

Escucha lo que te dice el corazón en la vida. Escucha lo que el corazón elevado, te cuenta en el silencio. Él no te cuenta historias ni palabras; él te cuenta simplemente la alegría del Amor y eso pasa de las palabras, pasa de los escenarios. Escucha simplemente la Evidencia.

Deja este Fuego de Alegría, recorrerte por todas partes. En cada elemento de tu conciencia como en cada célula de tu cuerpo, es la misma alquimia, es el mismo canto, es el mismo silencio.

…Silencio…

Entonces, el Éter en el fuego de la Corona de tu cabeza, se casa con el Corazón elevado en la misma llama y en la misma radiación. Nútrete hasta la saciedad y nutre tu cuerpo de lo que necesita porque la Luz conoce cada rincón, cada parcela de tu cuerpo y de tu conciencia.

...Silencio…

Déjate abrazar por el abrazo del Espíritu del Sol, por el abrazo del Logos Solar y depón así todas las armas y todas las máscaras del miedo. Deja que ellas se consuman en el Fuego de la Alegría del Amor. No retengas nada, porque el Amor no retiene nada. Así, tú y yo, celebramos en el corazón del Corazón, como en cada carne de este mundo, la Nueva Eucaristía, la Nueva tri-Unidad, para hacer el milagro del Uno.

El Fuego Ígneo te convida a cada minuto de tu tiempo de la Tierra, a no resistir, ya sea por miedo o por ignorancia. Ríndete a la evidencia y capitula ante tu corazón, ante tu eternidad.

Llama al Fuego Ígneo porque es tu don y tu gracia, con intermediario o sin intermediario. Ya sea Cristo, ya sea un dragón, ya sea el mismo don de la Gracia, poco importa; se trata del mismo Fuego Ígneo que viene de la misma fuente en la forma que sea. Escucha el canto de la Resurrección; escucha lo que te dices a ti mismo.

Instálate de manera eterna y definitiva en la verdadera Vida. La Gracia de la Luz te desincrusta ahora de la Ilusión de ser un cuerpo limitado entre el nacimiento y la muerte. El Amor te libera de los condicionamientos que resultan del encierro en este mundo, porque el amor te hace perfecto desde tu primera llama hasta el infinito de los posibles.

Entonces, este Fuego de Amor, esta Luz Blanca, llena todos los espacios de la Ilusión de este mundo, eliminando toda herida, trascendiendo toda resistencia, porque tú eres realmente ese Fuego. Más allá de ser el Hijo Ardiente del Sol y el Hijo Ardiente de la Fuente, tú eres el origen mismo de este Fuego y de esta llama.

Entonces, tu corazón se vuelve una hoguera abrasadora, que se regenera a cada segundo, a cada momento. No disminuye más. Óyete y entrégate.

Estés donde estés, en el momento que estés, yo estaré allí. Deja este Amor manifestarse profusamente, deja este Amor ser sin condición. Tú eres eso.

Y así, tú te revelas cada vez más, despertándote de las cortapisas de las ilusiones de este mundo, ilusiones que tus hermanos trascendieron por una muerte provisional y que han vuelto a este mundo, ricos de este Amor vivido y no encuentran más que el cadáver y los límites; cadáver y límites que haces vivir por la llama de tu Presencia y que aparece también como una ilusión, porque tú habrás trascendido la carne, las creencias, los miedos. No luchando y oponiéndote, sino reconociendo cada día y cada instante, la verdad de tu ser, la verdad de este Fuego Ígneo.

El Amor es todo; si no, no sería nada o sería fraccionado, limitado y condicionado. Así que es tu Espíritu.

…Silencio…

Entonces, entrégate a tu Infinita Presencia, a lo indefinido de tu Ausencia, entrégate al juego del Amor que no conoce ni reglas, ni ganadores ni perdedores, porque no hay diferencia, porque no hay distancia. Deja que este Fuego de alegría crepite en tu conciencia y en tu corazón. El Amor infiltra todo y llena todo. No tienes que dirigirlo, no tienes que orientarlo, sólo tienes que reconocerlo. Entonces, lo Desconocido se volverá en más conocido que lo que has experimentado en este mundo.

El Manto Azul de la Gracia te envuelve en tu cuerpo sin costura, en tu cuerpo de gloria; allí donde no es necesaria la carne, allí donde no puede aparecer ninguna reticencia. Deja florecer la sonrisa de tus labios, deja la Vida ser lo que tú eres. No pongas condiciones sobre lo que no puede ser condicionado; no pongas límites a lo que es ilimitado, no pongas nombre a lo que está más allá de cualquier nombre, el tuyo como el mío. No necesitas nombrar, no necesitas clasificar; sólo tienes que ser. Sé verdadero, sé espontáneo, sé auténtico. Así es el Amor, así es el Fuego Ígneo.

…Silencio…

Y ahí, nosotros somos Uno. Ahí, está el acuerdo justo de mi corazón y tu corazón y de tu corazón y mi corazón, porque sólo hay un corazón donde estalla la misma Vida, donde estalla la misma Alegría.

…Silencio…

El Salvador está en ti como el mundo está en ti. Tú eres el mundo, al igual que eres Cristo, al igual que eres el Camino, la Verdad y la Vida. En el Amor no puede ser de otra manera, no puede ser diferente.

…Silencio…

Mi amigo, mi amado, ha llegado el tiempo de celebrar la Resurrección, de celebrar la Vida, de celebrar el Amor. Eso está allí, eso es ahora, eso está aquí. Eso está presente. Eso escapa del tiempo y de toda historia, porque el Amor es un punto de referencia, el único válido en todo el mundo, en tu Presencia como en tu Ausencia. Entonces, sé feliz, no de la felicidad que hayas podido experimentar en cualquier momento de contento en este mundo, sino sé dichoso en la felicidad eterna. Sé dichoso en tu Libertad porque el Amor no puede ser más que felicidad sin condiciones y sin restricciones.

…Silencio…

Recoge y acoge lo que eres, lo que soy, para hacer el milagro de una sola cosa. Es la misma sinfonía, es la misma danza. No hay diferencia entre la voz que oyes y la voz que eres. No hay ninguna distancia entre el corazón que emite y el corazón que recibe porque no hay diferencia entre un corazón que emite y un corazón que recibe. No hay más que un corazón.
     
…Silencio…

Así, se ha cumplido la nueva alianza que no conoce ningún lazo, y donde la única palabra escrita en el contrato, es el Amor. Allí donde no hay nada que firmar en la parte inferior del documento o de una página, porque no puedes aprobarlo, porque eres tú.

Deja el Fuego densificar en ti y aligerarte hasta el momento en que ningún peso pueda ser percibido, ni ninguna densidad.

…Silencio…

Deja la hoguera de la resurrección quemar la totalidad de tu cuerpo, de tu corazón, como la totalidad de este mundo. No hay ningún final si se va a vivir un nuevo comienzo. Nada podrá detener el Fuego Ígneo de tu corazón; nada podrá contenerlo ni seducirlo. Allí está tu Libertad, allí está la libertad de la Vida, la libertad del Amor, la libertad de la Luz.

El Fuego de la Resurrección viene a decirte quién eres tú, viene a mostrártelo. El Fuego de la Resurrección es el canto de Gracia y el Verbo en acción y también, el Silencio en su majestad.

…Silencio…

Estés donde estés, yo te toco. Estés donde estés, serás traspasado por la Verdad, rindiéndote así a tu primera integridad. Estés donde estés, vivirás el mismo Fuego y la misma Libertad.

…Silencio…

Recibe con profusión, lo que eres, recibe sin dilación, la verdad de tu corazón, recibe sin distancia, el Fuego Ígneo de tu Presencia. Acepta el don de la Vida.

Canta la Libertad y la Resurrección en cualquier acción que realices en la superficie de este mundo, en cualquier aspecto que plantees, en cualquier situación que sea. Bendice la Vida. En el Amor, no hay nada que juzgar, nada que pesar o sopesar, nada que eliminar, nada que dejar a un lado. Entonces, a mi vuelta, yo te consagro y te bendigo en el Fuego Ígneo, en la llama del Amor, en la llama de la Vida. Te invito ahora a apoyarte en ti mismo, en el silencio de mis palabras, en el silencio de mi Verbo, en el Silencio de mi Presencia. Te invito a descubrirte a ti, el primer ser vivo.

…Silencio…

Entonces estés donde estés, que me hayas escuchado, que me hayas leído, date a ti mismo un momento de Silencio, un momento de paz en el seno de tu efímero, y no olvides de dar tu paz dondequiera que te lleven tus pasos, de dar la Gracia del Amor dondequiera que tus ojos miren, dondequiera que la Vida te lleve, sin condición y sin restricción.

Entonces te dejo un momento de tregua para encontrarte de nuevo con tu efímero que se apaga, enriquecido por la nueva Vida, enriquecido por el Fuego Ígneo, antes de seguir con mi resonancia y mi intervención en el corazón de tu conciencia, como en el corazón de tus células.

Permíteme decirte: bendito sea el Eterno de tu Presencia y de tu Amor.

Cuando lo desees, podrás volver a tu efímero. Date un momento de paz y de silencio antes de que vuelva para seguir con lo que te he dicho, y para avivar el Fuego Ígneo en su totalidad.

Sé bendecido y ve en paz, estoy contigo para toda la Eternidad.

Descansa. Homenajeo tu llama, homenajeo el Amor, y también homenajeo la persona que todavía eres.

Y finalmente te bendigo, sin ninguna razón, por el placer de bendecirte, por la felicidad de volver a encontrarte, por la verdad del Amor.

Te digo hasta dentro de unos instantes, cuando lo desees, para continuar con nuestra comunión y nuestra Unidad. Entonces te digo hasta ahora. Estás conmigo en la Eternidad.

Mi amigo, mi amado, después de este tiempo y este momento de silencio, reanudamos nuestro Corazón a Corazón en el Fuego Ígneo de la Verdad y de la Felicidad.

Entonces tú, que has acogido el ardor del Amor y de la Verdad, te propongo continuar a instalarnos en esta llama eterna, en este Amor infinito. Entonces permíteme de nuevo hablarte desde tu propio corazón, permitiéndote entonces, si estás de acuerdo, de abrir cada vez más tu capacidad para vivirlo, más allá de tu identidad, más allá de toda forma y de toda condición. Entonces asentémonos, dondequiera que estés, en el Aquí y Ahora del instante presente eterno.
                                             
…Silencio…

La hora de tu liberación avanza apresuradamente y ya irradia en tu conciencia el sentido mismo de tu eternidad y de tu resurrección. Entonces por mis palabras, por mi Verbo y por el silencio, por tu Presencia donde estoy instalado, levantemos las últimas reticencias, las últimas ilusiones, para que el Fuego Ígneo tome todo el sitio, todo el espacio y todo el tiempo, en tu conciencia libre, en tu conciencia eterna.

Por la Gracia del Fuego Ígneo, vuelvo a ponerme en tu centro-corazón, dándonos mutuamente el beso del corazón que trasciende y magnifica toda forma, y reaviva la felicidad de lo que siempre fuiste, a pesar de las apariencias, a pesar de los sufrimientos, y a pesar de la separación. Entonces deposito en ti de nuevo y sello en ti, el sello de tu resurrección, el sello de tu liberación, con el fin de que no pongas más distancia, ni distinción entre tu persona todavía presente en esta carne y tu eternidad.

Y ahí, en la evidencia de unas palabras que resuenan en ti, como los silencios entre mis palabras resuenan también del mismo modo, continúa la alquimia de este último encuentro en este espacio de tu corazón, donde empieza a desaparecer todo lo que fue efímero, todo lo que sólo pasa, alejando de ti las últimas dudas acerca de lo que eres, acerca de lo que tienes que vivir más allá de esta forma.

Te invito a celebrar de manera todavía más intensa y más viva el momento de tu resurrección, en este rito de paso y de reversión, en este instante.

En el tiempo que te queda por recorrer con tus pasos en este mundo, te invito a girarte hacia la única verdad que sea absoluta, y que no puede ser comparada ni medida con ninguna libertad relativa.

Déjame colmar tus manos y tus pies, en cada extremidad de tu cuerpo, del mismo Fuego Ígneo, de la misma Felicidad, del mismo Amor, para que este Amor – que eres – no esté más limitado a tu corazón o a algún estado interior, sino que entre en manifestación y en encarnación ahí mismo donde te sitúas, sea cual sea tu vida, sea cual sea tu historia. Entonces, deja el don de la Gracia y el don del Fuego Ígneo recorrer la totalidad de tu efímero. Déjate consumar en el Fuego del Amor, en el Fuego de Felicidad de este instante que nunca acabará.

Mientras arde en ti de nuevo esta llama perpetua que ya no puede ser sofocada por ninguna circunstancia de tu efímero, te descubres en cada soplo cada vez más vivo, consumándote de manera cada vez más ardiente, poniendo el Amor al desnudo en todo lo que eres y en la totalidad de este mundo, sin distinción, abrevando cada uno con la misma Luz, independientemente de tu voluntad, independientemente de tu deseo. El Amor no puede ser limitado, ni frenado en este tiempo de la Resurrección que vives, lo ves con cada vez más claridad y cada vez más serenidad.

Entonces deposito en cada parcela de tu carne el mismo Fuego, la misma llama, la misma intensidad.

Deja el sonido de la Vida cantar en tus células, deja el canto de la Resurrección emanar de ti espontáneamente, sin temor y sin falsas apariencias. Permanece natural porque el Amor sólo puede ser natural y espontáneo. No puede ser regentado, del mismo modo que tu conciencia libre no puede ser dirigida ni controlada, si no es por tu llama.

En este instante, en ti como en mí, como en cada uno de ti, la misma gloria, la misma Luz, el mismo Amor, el mismo Silencio, la misma danza, porque en efecto, en el corazón del Único, todo es Uno en el corazón de cada uno, cada uno es Uno, para hacer el milagro de una sola cosa.

Entonces mientras se insufla en ti mismo la potencia del Verbo primero y del Fuego original, haces el Claro, simplemente diciendo “sí”. Sí al Amor, sí a la Libertad, sí a la perfección, sí al Fuego Ígneo. En este “sí”, no puede existir ninguna sombra, ningún desafío ni ninguna anomalía. El Amor es perfecto, y eres Amor, entonces eres perfecto. Sea cual sea la imperfección de este mundo, sea cual sea la imperfección de tu cuerpo, sea cual sea la imperfección de tus pensamientos o de tus ideas, no te quedes ahí. Atraviesalo y únete. Únete a lo que siempre fuiste, únete a las innumerables moradas donde sólo la Paz suprema puede ser evocada. Y esta Paz suprema sólo es una pálida palabra ante la intensidad de lo que vives en este instante, que nada puede describir, que nada puede definir y que no encaja en ningún marco. Porque así es la Libertad, porque así eres libre.

Déjame llevarte lo más próximo de tu eternidad, para que de ti mismo, por este “sí” franco y macizo, digas sí a la Vida Eterna, en el Espíritu revivificado.

Deja el Fuego Ígneo poseerte porque es tu misma naturaleza y tu esencia. Deja lo que todavía puede aparecerte como denso y pesado, ser aligerado por tu Presencia. Deja ser la Vida, deja ser la evidencia.

Ahí donde estás, no hay nada que coger, nada que retener, nada que esconder; todo se revela, más allá de toda lógica y más allá de toda comprensión. Ahí está el verdadero conocimiento, el de tu reconocimiento en tu eternidad. Todo lo demás sale de ahí. Sea cual sea la forma o la dimensión que hayas podido elegir, no te ocupes de esto. Ocúpate únicamente de alimentar este Fuego por tu mirada de niño, por la evidencia de la energía, por la evidencia de tu conciencia, por la evidencia de los Fuegos de la Eternidad.

En el Amor, todo es completo, todo es plenitud. Te lo dije, nada falta. Entonces atrévete, sin demora ni retraso, prepárate para tu renacimiento. Prepárate para la Felicidad perpetua que ya nada podrá enturbiar.

Déjate ser, déjate llevar por la llama de la Resurrección. Aliméntate de esta Eternidad donde todo está servido en abundancia, a saciedad. Nada puede faltar, nada puede desaparecer. Eres esto.

Entonces deja al Silencio enseñarte tu propia eternidad y tu verdad absoluta. Ninguna sombra puede ser proyectada, porque todo ahí es transparente, porque todo ahí está lleno de Luz, de Felicidad, de Amor.

Con la plena conciencia, déjate llevar hasta el umbral de tu resurrección, hasta el umbral del Último, ahí donde todo lo que ha sido olvidado, todo lo que pudo parecer haber sido quitado, te es restituido multiplicado por cien, porque el Amor no se cuenta, ni se descuenta.

…Silencio…
 
Deja al Espíritu Santo ser vivificado por tu Fuego Ígneo. Deja la Onda de Vida ser amplificada por tu Presencia y tu Ausencia. No hay nada que controlar, no hay nada que medir, no hay nada que delimitar.

 Acógete, acoge a cada uno de ti, acoge a la totalidad de este mundo, como de los demás mundos, en el universo o los multiversos que sean. Tu corazón es lo suficientemente vasto para contener el conjunto de la Creación y el conjunto del Increado.

Quédate así, en la belleza de la Verdad, consumando en este Fuego de Felicidad lo que te pareció hacer obstáculo o limitar tu libertad. Atrévete, sé sin límites – es lo que eres. Sé sin ataduras porque tu corazón es libre. No dependas de nada porque el corazón no puede depender de nada. Deja este Fuego salir por todos los poros de tu cuerpo, como por todos tus sentidos.

Ahí está tu grandeza y tu humildad, ahí está tu espontaneidad, ahí está el Último.

Así, tu templo es adornado y decorado para el momento en que lavarás tus vestidos junto a Cristo, junto a ti mismo.

¿Qué puede quedar de importante? ¿Qué puede quedar como otras cosas que hacer, qué decir, o que realizar?

El Fuego Ígneo te quiere en totalidad para devolverte a ti mismo.

Deja tu corazón hablar al unísono con cada corazón. No necesitas reconocer la forma que apela al Amor, aunque estuviese al otro extremo del lugar de donde vives. No dirijas nada, deja la Luz, deja la Inteligencia del Amor, deja la Gracia establecerse por sí solas. No tienes que hacer nada. Guarda el “hacer” para lo que tu vida efímera te pide cumplir, pero olvida todo “hacer” para ser lo que eres.

No hace falta tu forma, ni tu persona, ni ninguna historia en la cual puedas apoyarte para ser lo que eres. El Amor no necesita ningún apoyo, el Amor no necesita ninguna fundación, el Amor no necesita ni tejado ni ventanas. Está en cualquier forma, como en la no-forma, con el mismo resplandor, la misma bondad, la misma evidencia.

Entonces, desde lo más alto de los cielos como desde lo más profundo de la tierra, reúno en ti, por la Gracia de tu corazón, lo que había sido desunido.

Todo es perfección y todo es perfecto, no puede ser de otra manera en el momento en que te reconoces, en el momento en que me reconoces.

Ninguna necesidad puede emerger, ninguna petición puede aparecer. Ahí está la evidencia del Amor que consuma lo que debe de serlo.

Todo esto es espontáneo, todo esto no requiere ningún esfuerzo, todo esto no necesita nada más que tu “sí”. Sí a la Vida, sí al Amor, sí a la Libertad. Sí a la Vida, no solamente la que fue amputada en este mundo, sino la verdadera Vida, que no es de este mundo y sin embargo es en esta carne y en este mundo que debes decir “sí”, sin condiciones, sin interrogaciones. Sé verdadero, sé espontáneo, sé auténtico, todo lo demás sale de ahí.

Entonces tú y yo, vivamos la consagración de tu resurrección. Porque se trata de un acto sagrado que no depende de ninguna acción, porque se trata de un estado sagrado que no depende de ningún estado, ni de ninguna definición. El Amor está desnudo, y es en esto que está entero y total. No necesita ornamentos, si no es tu propia conciencia y tu propia forma que ha dicho “sí”.

Así tu templo interior está definitivamente listo. No hay nada que decir, ni ningún plazo que esperar, ni ninguna fecha que desear. Esto está ahí, ahora. Esto está ahí, aquí, dondequiera que estés, en cualquier parte del mundo, en cualquier estado que esté tu conciencia. El Amor es el bálsamo, el Amor es el único remedio. Todo lo demás sólo representa unos retrasos para la instalación de la verdad del Amor. Entonces descansa, estate tranquilo y deja la Obra finalizarse.

Así tu Corazón eterno te aparece en su gloria, en su esplendor, en su Fuego.

Este Amor sublima cualquier forma. Incluso en el seno de tu mundo denso, esta sublimación es la acción del Amor, esta acción que no puede ser llevada por ti mismo y que sólo puedes aceptar.

Todo es simple, el Amor es la única ley.

Fuiste su digno representante. Sean cuales sean tus afectos, sean cuales sean tus heridas, sean cuales sean tus esperanzas o tus desesperanzas, esto ya no es. Como un sueño que se desvanece al despertarse, emerges en el océano de la Beatitud, en el océano de la Verdad, en el océano de la Vida. Y ahí, eres tanto la gota como el océano entero, y todo lo que contiene. Un océano que no estaría limitado por ninguna tierra y que nunca se agotará. Así es la Vida, así el Amor. Sólo puedes hablar de ello, como te hablo en ti, por metáforas porque ninguna palabra, y hasta diría ningún Verbo, puede explicarlo, describirlo, ni encerrarlo en ninguna definición.

Es esto lo que te es ofrecido, no por ninguna autoridad exterior sino más bien por el regreso en ti mismo, más allá de todo personaje, más allá de todo deseo como de toda historia.

Tu corazón, como tu cuerpo de Eternidad, no puede estar limitado, no puede estar encerrado, no puede estar reducido. Sólo puede crecer en intensidad y en vida, y sin embargo idéntico a sí mismo en cada instante, expandiéndote hasta el infinito o contrayéndote en el Último y lo Absoluto. No hay ninguna diferencia, ni de sentido, ni de movimiento, ni siquiera de amplitud. ¿Qué palabra, qué ecuación podría transmitir esto? No hay otra posibilidad que la de vivirlo, no hay otra posibilidad que de serlo.

…Silencio…

Cada una de las células de tu cuerpo ha guardado en ella la memoria de este Fuego, y vida tras vida, cada una de tus células ha esperado, en cierto modo, este momento. Digas lo que digas, pienses lo que pienses, sea cual sea tu ira, sea cual sea tu aceptación, sea cual sea tu negación, sólo el Amor es verdadero. No el que te es dado a experimentar y a vivir en este mundo, ni siquiera el que puedes soñar o desear – porque no es de este mundo, como no eres de este mundo.

La Vida no pertenece a ningún mundo, ni a ninguna esfera de experiencia, mana por todas partes. No es tributaria de una disposición de formas o una disposición de mundos, mana de sí misma, como en ti ahora, quemando y disolviendo lo que todavía podía parecerte, hasta este instante, impedirte o limitarte. Nada puede impedir el Amor, nada puede limitarlo. No lo aceptes cuando te lo digo, sino que vívelo.

En el silencio como en la exuberancia de sus sonidos, no hace ninguna diferencia. Vívelo así, para que cualquier distancia sea abolida, para que la impresión del tiempo no pueda afectar este Amor.

Acuérdate, no tienes que dirigir nada, no tienes que buscar nada, no tienes que probar nada. Simplemente averiguar la evidencia del Amor, viviéndolo, acogiéndolo, reconociéndolo.

Puedes tener a veces la impresión de que haya que dar un último paso y que haya que soltar, no tus creencias que, ellas, se disuelven, sino algunas certezas existentes en el seno de la persona.

Demuéstrate a ti mismo que no puede quedar, en lo que eres, el menor espacio para el miedo, el menor espacio para lo que pertenece a este mundo. Nada te pertenece, al igual que no perteneces a nadie.

 Ahí está tu Espíritu. Ahí está la Verdad que no puede conformarse a la persistencia de ningún mundo encerrado, que no puede conformarse con ninguno efímero y ningún límite.

En este instante, te reencuentras, aboliendo todo obstáculo que todavía podría darte la ilusión de existir.

Nada puede frenarte, en tu eternidad. En esta plenitud, no hay ni carencia, ni espera.

En este Fuego Ígneo, absolutamente todo es transfigurado. Ahí está la consagración de tu resurrección. Velo, y sobre todo, vívelo.

En el Amor, ya nada podrá ser separado, ni dividido, ni restado.

…Silencio…

En el Amor nada puede pesar, ni nada se mide.

…Silencio…

Ahí está la verdadera bendición, ahí está el único homenaje.

Esto te es debido. No es una recompensa, no es un fin, no es un camino, sino que es verdadero en el instante. Ninguna duda puede aparecer, ningún plazo puede ser sostenido.

Ponte en el Corazón de tu Corazón, y deja que suceda lo que parece suceder.

…Silencio…

En nuestro corazón Uno, todo es fuente, permanentemente renovada. Nada se agota y nada desaparece, a diferencia de tu mundo donde cada vida desaparece cuando le corresponde.

…Silencio…

En este corazón elevado, ninguna necesidad de maestro, ninguna necesidad de otra Presencia.

Eres completo así, y entero.

…Silencio…

Deja el silencio magnificar esta evidencia.

Deja este silencio estar lleno del Coro de los Ángeles.

…Silencio…

El Amor es la sanación de todo lo que está enfermo en este mundo. El Amor no conoce la enfermedad, ni el sufrimiento, ni la pérdida. Y es lo que eres. Averígualo, demuéstratelo a ti mismo.

…Silencio…

Te lo dije, estoy contigo para la Eternidad.

En el corazón, el conjunto de los mundos está presente para la Eternidad. En el corazón, no hay sitio para ningún pasado o para ningún devenir, porque todo está en el instante. No hay ninguna diferencia, no hay ninguna distancia, no hay ningún plazo.

…Silencio…

Cada soplo de tu soplo de Vida en este mundo se convierte en este Amor.

Acuérdate: no puedes retenerlo, no puedes definirlo. Entonces vívelo con intensidad, en totalidad. Hay mucho sitio y está en tu corazón.

…Silencio…

En este Silencio, la consagración de tu resurrección y de tu renacimiento está tramitada.

Aunque en este tiempo de tu tiempo, esto no esté vivido en totalidad, entonces deja. Deja que se haga lo que se hace, porque ningún juramento puede ser roto con la Luz.

…Silencio…

Tú, llama de Vida, bendícete tú mismo. Date la Gracia, date el perdón, porque ¿cómo el Amor que eres no podría perdonarse o perdonar al universo entero? En el Amor no hay ningún fallo; en el Amor, no puede existir ningún error, ni perdurar la menor oposición.

No hay nada que defender.

…Silencio…

Estoy contigo en Eternidad. Y la Eternidad no es mañana, es desde este instante.

…Silencio…

Entonces el Manto Azul de la Gracia puede inundarte de Gracia, como inundarte de Luz, como inundarte de Fuego, en el mismo gozo que no es simplemente el gozo de los sentidos, sino el gozo infinito del Amor, que es mucho más concreto que todo lo que puedes tocar en este mundo, y que todo lo que puedes vivir.

…Silencio…

Así se vive la concretización de la Boda Mística con tu propia eternidad. Así se vive, en la carne y en este mundo, el regreso a la Luz, el fin de lo que es falso, porque ninguna falsedad puede quedar de pie cuando el Fuego del Amor está ahí.

…Silencio…

Así el Amor puede parecer darse a ti, pero en realidad eres tú quién te das al Amor, y en verdad, sólo esto es verdadero. Todo lo demás sólo pasa, todo lo demás está inscrito en los ciclos.

…Silencio…

No eres lo que pasa, eres lo que permanece. No eres lo que se muere, eres lo que está vivo de manera perpetua. No eres esta forma, como no eres ninguna otra forma, y sin embargo puedes reconocerte en cada forma, en el Amor.

…Silencio…

Date cuenta de la evidencia, date cuenta de la Verdad.

Porque el Amor siempre es ganador. Nunca puede perder, nunca puede desaparecer, nunca puede disminuir.

…Silencio…

En este Corazón del Uno, ya no sabes y no puedes saber si eres tú, si eres yo. Ya no puedes saber si eres uno de tus hermanos, porque ya no puedes hacer ninguna diferencia y porque eres todo esto a la vez. En verdad te digo: vívelo. No puedo aportarte mejor prueba, ni por mis palabras, ni por mi presencia, ni por mis silencios, ni por mi Verbo. Vívelo.

Esto es mucho más que una invitación, esto es mucho más que una petición, esto es la evidencia de tu corazón.

Reconócete, y acepta el sacramento de tu resurrección.

Ahí está nuestra ceremonia sin igual, que ninguna ceremonia de tu mundo puede equivaler, que ningún ritual de tu mundo donde estás presente aquí hoy puede evocar.

…Silencio…

Entonces tu Corona de gloria, irradiada por tu Fuente de Cristal, se enciende de mil fuegos y de mil llamas.

…Silencio…

Tal es el regalo de la Vida.

Se propaga cual un néctar en toda tu conciencia y en todos tus cuerpos.

…Silencio…

Así, si había que nombrarte, más allá de tu identidad terrestre en función de las leyes de este mundo, podrías ser nombrado el bienaventurado o la bienaventurada.

Ninguna circunstancia de este mundo, de tu cuerpo como de tu conciencia, puede impedirte ser el bienaventurado.

Entonces el Fuego Ígneo abrasa tu pecho.

Entonces el Fuego Ígneo se despliega desde tu pecho.

Eres pues bautizado por el Agua de Vida.

El Coro de los Ángeles, en lo más alto de los cielos como en lo más próximo a la tierra, ha iniciado el canto de tu resurrección que pronto percibirás de manera carnal, como tal vez ya lo percibes al nivel de tu clariaudiencia.

…Silencio…

El Amor toma todo su sitio; y ella, está en todo sitio, la Luz.

Y el Amor está pues en todo sitio.

…Silencio…

En esta Felicidad, hay mucho más que la experiencia del éxtasis.

En esta Felicidad, hay una Paz eterna, donde nada puede aferrarse, y sobre todo nada viniendo de este mundo.

Así, por este sacramento, puedes entonces recibir la plena dosis de la radiación de tu Sol. De la emanación de la Fuente, puede elevarse en ti la plena dosis de la Onda del Éter. Sé saciado, no tendrás sed nunca más.

Entonces lleva contigo la buena noticia. No por unos discursos, ni por unos gestos, ni siquiera por tu sonrisa, sino simplemente por tu Presencia. Hagas lo que hagas en este mundo, tu Presencia se vuelve mucho más importante que las acciones que puedes llevar en este mundo.

…Silencio…

Alégrate, estés donde estés.

…Silencio…

Entonces los cuatro elementos en su esencia primordial alimentan el mismo Fuego, y forman parte del mismo Fuego: el del Amor, el de la conciencia.

Recoge en tu templo el néctar de Vida.

Este néctar está en abundancia, en profusión. Es dulzura.

Es la Vida.

Entonces acojo a cada uno de ti en nuestro templo Uno.

Entonces me inclino ante ti para rendirte gracia y agradecerte por haber estado conmigo hasta aquí.

Entonces me inclino ante ti, ante tu llama de Vida.

Me inclino ante la Verdad y ante tu belleza que ninguna forma puede ilustrar, porque esto sobrepasa ampliamente cualquier forma, incluso la más perfecta, porque esto sobrepasa ampliamente cualquier deseo y cualquier envidia.

…Silencio…

¿Qué más puedo decirte? ¿Qué más puedo enseñarte?

No hay una mejor mirada que la tuya sobre tu propia eternidad. No hay unas mejores palabras que las tuyas en el canto de las alabanzas de tu resurrección.

…Silencio…

Me inclino ante tu llama porque soy esta llama, como lo eres.

Aquí está mi homenaje, que acompaña el canto de tu resurrección.

…Silencio…

Entonces honro tu Presencia, honro tu llama y honro el Amor.

Así es la vida en la Eternidad, un homenaje permanente a la belleza de la vida, a la belleza de todas las formas, en cada mundo, en cada universo, en cada multiverso, y más allá de toda experiencia como de todo mundo, honro tu vacuidad, honro tu Último.

Sin demora, sin espera, a partir de ahora eres esto.

…Silencio…

Entonces nos acogemos los unos, los otros, en la Blancura inmaculada.

Ahí donde no puede existir ninguna diferencia.

Sea cual sea la forma, sea cual sea el mundo, en esta Blancura inmaculada, la felicidad sigue creciendo.

…Silencio…

Entonces estás listo, porque no queda nada que completar. Velo.

…Silencio…

Mi amigo, mi amado, ¿qué palabra podría transcribir o definir lo que vives en este instante?

¿Qué expresión de tu cara podría traducir lo que vives en este momento?

Sólo el silencio puede dar cuenta de esta evidencia.

Amate en lo que eres, más allá de toda medida, en este Blanco perfecto.

Me consumo de Amor contigo y en ti.

Esta consumación es permanente y sin residuo, sin ninguna sombra.

…Silencio…

Mi amigo, mi amado, te bendigo una vez más y te expreso toda mi gratitud por lo que eres, por lo que vives, por lo que abriste, por aquello a lo que dijiste “sí”.

Ninguna palabra puede ser suficiente para decírtelo, entonces te lo digo en el Fuego del Amor y en la Luz del Amor.

…Silencio…

Me retiro en ti ahora, en este espacio de expresión y de manifestación. Así finaliza tu escucha o tu lectura de este día, pero que no acaba para nada lo que vives, al contrario.

Y entrego a tu corazón el más puro de los saludos.

Y recojo tu Amor y tu bendición.

Sé libre y ve en paz. Sea cual sea la agitación de tu mundo o de tu vida, eres portador de la Vida eterna, ahí donde nada puede ser agitado. Te amo en el Amor, y te amo en la Libertad, y te amo en la Verdad.

Ve en paz. Te doy la Paz.


Adiós.

***

A través de Jean Luc Ayoun
Les Transformations

Transcripción equipo de transcriptores.
Traducción equipo de traductores

***

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