BIDI - Sri Nisargadatta Maharaj. Parte 1. Octubre 2017. Con audio.
AUDIO:
Bien, Bidi estará con vosotros, por mucho tiempo. Ante todo, instalemos entre nosotros la Paz, la comunión…
…Silencio…
Todas nuestras conversaciones, todos nuestros intercambios durante estos días, tratarán, sobre todo, de expresar la Verdad. Lo que haremos juntos, durante estas horas y estos momentos, es pasar de todo lo pasajero. Solo nos interesaremos por la Verdad, por lo que es verdadero; en resumen, por todo lo que está relacionado y en resonancia con lo que es. No habrá lugar, en nuestros intercambios, para ninguna historia, para ningún escenario, ni para ningún sueño.
Las palabras que empleemos, estarán desprovistas, en lo posible, de todo conocimiento, de todo sistema tradicional para mantener solo lo que es verdadero y, por tanto, inmutable. Trataremos de situarnos, en la medida de lo posible, en la conciencia, su fuente, su origen su despliegue y todo lo que está por encima de la conciencia, el Parabrahman, pero evitaremos aquellas palabras connotadas que nos reenvían a una tradición, a una historia, aunque sea la más extraordinaria de la tierra. Nos dirigiremos a la conciencia desnuda, desprovista de atributos, de forma, de historia, de tiempo y de espacio. Penetraremos juntos en el “santo de los santos”, allí donde las palabras son superfluas, donde solo representan conceptos y donde, en definitiva, cualquier palabra es solo una parodia de todo lo pueda aludir o referirse a lo conocido.
Por tanto, iremos juntos, en nuestros intercambios, hacia delante y por encima de toda manifestación, de toda expresión de conciencia, allí donde todo es calma, donde todo es perfecto, allí donde ninguna forma, donde ninguna historia pueda desviaros de esta última Verdad, esta inmutabilidad, allí donde la conciencia se une a su propia fuente. Lo que cada uno de nosotros somos, es anterior a toda conciencia, a toda forma, a todo escenario, donde nada puede ser supuesto, proyectado, imaginado o soñado. No os aferréis a las palabras sino id a su fuente, más allá de la representación, más allá de los conceptos y más allá de todo sentimiento, para que nos situemos en la vacuidad necesaria para aceptar y desvelar lo que somos que es muy anterior al universo, a las dimensiones y a la Fuente misma. El “santo de los santos” se sitúa por encima de lo denominado por vosotros y por los intervinientes, el “Corazón del Corazón”. No veáis en ello ni una ubicación específica en el espacio o un despliegue puntual según el tiempo lineal.
Así que, trataremos de situarnos más allá de todo concepto, de todo sentimiento, de toda forma e incluso, a través de las palabras, más allá de cualquier palabra. Por consiguiente, tanto vosotros como yo, nos dejaremos llevar por lo inmutable, por lo que nunca cambia ni cambiará, por lo que nunca se mueve y nunca experimenta el paso del tiempo.
El punto de partida de estas jornadas y de cada uno de vosotros aquí, será nuestra comunión; no os adhiráis a las palabras ni a las inflexiones ni entonaciones de mi voz, sino a la espontaneidad y a la simplicidad. Os dije hace unos años, que cualquier conocimiento es solo ignorancia, que todo conocimiento incluso de lo invisible no os ofrece otra salida que no esté dentro de la historia.
Vamos juntos a dirigirnos, sin movernos, al “santo de los santos”, allí donde no hay escena de teatro, ni espectador, ni teatro, ni formas, ni mundo, ni estrellas, ni Sol; y, para eso, deseo comenzar nuestros intercambios, que son más que preguntas, tratando de responder primero a esta cuestión: ¿de dónde viene, de dónde nace la Luz? No hablo de la luz visible ni incluso la que pueda grabarse en la visión interior sino la que llamaría, a falta de otro término mejor, la “Luz”, no primordial, sino la Luz esencial.
La luz, en este mundo, puede ser definida por una serie de cualidades tanto en relación con el aspecto visible como con los mecanismos conocidos en la física, denominados “teoría corpuscular y ondulatoria de la luz”. La Luz de la que hablo y de la que vamos a tratar, no se ve, no tiene forma, no tiene principio ni fin. Entonces, os planteo la cuestión, si no tiene principio ni fin, si no tiene color, que ya es una manifestación, la Luz es anterior a toda manifestación, anterior a toda forma. La Luz verdadera, cuando se revela en este cuerpo, en vuestra vida, no es la luz que pueda verse, que pueda percibirse, que pueda ser identificada o localizada como un punto de emisión, llamada la fuente, y un punto de recepción. Hablamos, por tanto, de la “Luz esencial” o, si preferís en vuestra lengua, lo que fue denominado “Luz primordial”.
Entonces, la pregunta esencial que os concierne, os pedía hace muchos años, que os remontarais, en vuestra memoria, a una edad anterior a los cuatro años, momento en que estando en este mundo, no estabais fijados por un nombre, por una forma o por una función. Entonces, volvamos al origen de la Luz y, ¿quién puede decir de dónde viene la Luz?
Mientras se conciba la Luz como algo que procede de algo distinto de lo que sois, no podéis vivir la Verdad, no podéis vivir lo Verdadero. Porque esa Luz, percibida, vivida o concebida como exterior, no es más que una proyección. Debéis ir al origen de la Luz, de su percepción. En el mundo físico, la luz se propaga en el aire; en la Verdad, la Luz se propaga en todos los sentidos, no en una dirección, y no en el aire, sino en el Éter. El Éter es anterior, porque la base misma de la manifestación de lo que llamáis los cuatro Elementos, la encontraréis bajo otras formas denominadas, los tres humores o los tres “gunas”. Pero, como he dicho, evitaré las palabras de mi cultura porque los términos que empleemos no deben estar teñidos, desde ahora, de ninguna historia o cultura. Es pues, una mirada nueva que no depende de ninguna visión sino simplemente del emplazamiento en el que estáis.
Esta Luz es invisible a los ojos de carne. Aunque esté transmitida por una forma, es anterior a cualquier forma. Hay un cambio de punto de vista que no es del mental sino de la misma conciencia. En el juego libre de la conciencia, la cuestión de la Luz no se plantea porque como os hemos dicho, la conciencia es vibración, la conciencia es Luz, pero no confundáis la luz física con la Luz invisible de la verdad, de la Luz auténtica. No obstante, existe un marcador indeleble de la presencia de la Luz o, en todo caso, de su revelación, porque ella está siempre presente. Este testigo o marcador ha sido llamado la “Alegría sin objeto”, la “Paz sin sujeto”, donde incluso, la distinción entre las diferentes cualidades de la conciencia, como os las expresé -consciente, supra-consciente, Turiya y el estado de sueño-… la Luz auténtica permite la expresión de cualquier forma y de toda vida. Es superponible en muchos aspectos, al Amor y al Corazón.
Pero, repito, sabéis muy bien que existen muchos amores, adaptados a la forma, a la manifestación de la conciencia. Pero incluso este amor, no es el verdadero Amor. Este Amor es anterior a los otros amores, es el soporte, el vehículo, la manifestación, pero al entrar en la manifestación dentro de una forma, dentro de una vida, pierde en este mundo, de algún modo, su inocencia, lo que habéis llamado “el amor incondicionado”. Se puede hacer un paralelismo con lo habéis podido escuchar o vivir: “Cristo”, el “Paráclito” o cualquier otra denominación; distintas denominaciones que solo os reenvían a lo que se percibe, a lo que se ve en algún sentido, pero que solo puede ser vivido.
Esa vivencia, en profundamente diferente a cualquier experiencia o vivencia, porque vivir eso es indeleble y, de algún modo, deja una huella al rojo vivo en la conciencia, en sus diversos componentes de este mundo y fuera de este mundo. Y así, eso puede denominarse también “Última Presencia”, “Infinita Presencia”, “Morada de la Paz Suprema”, felicidad de la conciencia desnuda. Os pido ahora, más allá de estas referencias que os acabo de dar, que olvidéis todo eso. Vamos a entrar, de alguna manera, en los mecanismos íntimos, invisibles y sin embargo más tangibles que la materia de este mundo.
Entonces, vuelvo a mi primera pregunta, una vez establecidas estas premisas: ¿de dónde viene la Luz? ¿Quién quiere intentar responder a ello? No se necesitan discursos. Os recuerdo que cada noche, mientras dormís, el mundo desaparece, aunque no tengáis ningún sueño, aunque al despertar, no sepáis ya quiénes sois. Os encontráis entonces en el estado del “no nacido” y, efectivamente, lo que somos en verdad, nunca ha nacido ni nacerá jamás ni morirá, porque este Amor y esta Luz, son anteriores a todo nacimiento, anteriores a toda expresión de la conciencia. Ahí reside la Paz, ahí reside la Alegría, y para los que hayáis vivido eso, allí está lo que he llamado la Libertad, el Jnani (en mi propio sistema) y que habéis llamado “el Liberado viviente”, teniendo en cuenta que el momento en que estamos en manifestación, estamos muertos. Entonces, Cristo os diría: “estáis en este mundo, pero no sois de este mundo”; un gran santo os diría que es la felicidad eterna, el éxtasis permanente, pero estos son todavía calificativos. Así que, antes de estudiar todo eso, volvamos a la primera pregunta: ¿de dónde viene la Luz?, ¿Quién puede responder?, ¿quién quiere tratar de responder?
Respuesta: Del Corazón del Corazón.
El corazón, ¿tiene una forma? La respuesta es «no», por supuesto. Esta expresión “Corazón del Corazón”, en el aspecto pedagógico, ha sido esencial para que no os fijéis en la experiencia o en la comprensión, en lo que llamáis una pena del corazón o también, tener el corazón amoroso, porque no se trata de eso, diría incluso que está en las antípodas -porque el amor condicionado es siempre una proyección y, en todos los sentidos del término, tanto de tipo psicológico como energético como de la misma conciencia. ¿Quién está en Corazón del Corazón? No os pido que digáis: “yo”, “yo”, “yo, no”, sino, ¿qué contiene el Corazón del Corazón, por encima de la Luz?
Respuesta: El vacío.
Es casi eso.
Respuesta: Nuestra llama de Amor.
No es exactamente eso
Respuesta: La nada
Está mejor, pero no es la nada
Respuesta: La vacuidad
Está todavía mejor
Respuesta: La Eternidad.
Todavía mejor
Respuesta: El Silencio
Mucho mejor. El Absoluto. La Luz tiene su fuente en el Absoluto; Absoluto que es anterior a la Fuente. Sin Absoluto, no hay Fuente. Sin embargo, desde el punto de vista del ego, es la nada; desde el punto de vista del orgullo espiritual, es la sombra, lo negro.
Lo que quiero que entendáis, por la vivencia y no por los conceptos, es que desde que hay manifestación, hay una caracterización en un tiempo, en un espacio, aunque no sea la nuestra en la tierra; hay una orientación y la tentación de definir la Luz como opuesta o contraria a la ausencia de luz. En el Absoluto, en la Eternidad, en el Silencio, no hay nada y todavía menos la “nada”; solo el punto de vista del ego hace ver eso. El último Absoluto, entre comillas Parabrahman, es la fuente de “Yo soy”, la fuente del “Sí” y la fuente de toda manifestación. Además, los científicos saben perfectamente que un átomo está esencialmente constituido de vacío, que existe la apariencia de una distancia entre el núcleo y los electrones.
El espacio y el tiempo, en cualquier espacio y en cualquier tiempo, no solo aquí en la tierra, son solo proyecciones, y cuando digo que “son solo proyecciones”, lo son en todos los sentidos del término; no veáis ningún juicio o acusación, sino más bien la realidad y la verdad de esta palabra. Lo que se proyecta está siempre proyectado desde un punto, desde un sitio, desde un lugar y aunque la proyección sea multifocal, sin dirección privilegiada o particular, el centro, el Corazón del Corazón, el centro de la rueda que permite el movimiento, está siempre inmóvil. Las proyecciones de la conciencia, de la Luz, son infinitas e indefinidas. No toman una forma finita y definida dentro de un marco de referencia dado; eso se ha denominado: “dimensiones de la vida”
Lo que quiero hacer resonar en cada uno de nosotros es eso: nosotros somos anteriores a la Luz, somos anteriores a la proyección. Somos efectivamente el “no nacido” que nunca nacerá. Somos lo que nunca pasa y, por tanto, la mejor traducción dentro de este mundo, es ciertamente, el “Corazón del Corazón”, el Amor incondicionado, el Silencio y la humildad. Se os ha explicado, que en el momento en que aceptáis el hecho de no ser nada de vuestro personaje, de vuestra historia, de este mundo, os volvéis realmente lo que sois, el Todo y más todavía. Porque antes del Todo, podréis decir que no hay nada. Pero nada del ego, la nada o la sombra del sí espiritual, del orgullo espiritual, os lleva a plantearos la pregunta de lo que es anterior a eso. Pero ese anterior, como sabéis, no puede ser buscado. Es como si un pez que vive en el agua, buscara el agua. Es exactamente lo mismo. La condición de este cuerpo, de este saco de alimentos o de este templo, si preferís llamarlo así, no cambia nada.
Cuando os decía que debíais remontar al origen de la aparición del sentimiento de ser un individuo, antes de los cuatro años, hoy es lo mismo con el origen de la Luz, porque la Luz no tiene origen ni fin. ¿Veis cómo las palabras son limitadas? Porque la palabra “origen” os reenvía a una localización, la expresión “punto de partida” os reenvía también a un punto situado en el espacio y en el tiempo. El mejor ejemplo es el pez que busca el agua, cuando vive en el agua. Y nosotros, los humanos, es como si buscáramos el aire, y tratáramos de comprender el aire que respiramos. La cualidad intrínseca de la Luz, la primera cualidad intrínseca de la luz y la primera cualidad intrínseca del Amor, es estar presentes dentro de toda proyección, aquí en la tierra como en todas partes, en cualquier dimensión, en cualquier esfera planetaria de vida.
Cuando estamos encarnados, somos ignorantes. Esta ignorancia nos cae encima a los cuatro años y es ahí cuando empezamos a construir los vínculos, las historias, los escenarios. Todo eso se produce en todo ser humano y es lo mismo, tanto para el santo, como para el pecador. Llegar a la fuente de la conciencia que, como os recuerdo, es la a-conciencia, no puede ser un objetivo. Es como si un pez dijera que su objetivo es el agua -él está dentro. De la misma forma, no podemos buscar el Amor incondicionado porque es lo que somos. En ese sentido, todo conocimiento es solo ignorancia. Podéis definir las características del aire, del agua para el pez, pero ninguna de esas características, dilucidará el misterio porque ninguna palabra, ningún concepto, ninguna demostración, incluso física o científica, es la Verdad.
De la misma forma que, hace muchos años, algunos de vosotros practicasteis la refutación, que no debe ser confundida con el hecho de la negación o el hecho de renegar… Refutar no es ignorar, refutar no es desviarse, refutar, en el lenguaje que empleáis hoy, es atravesar, es ser transparente, es aceptar. La aceptación es exactamente lo opuesto a la proyección, tanto en este mundo como en cualquier dimensión. La Aceptación es la que os hace transparentes y en ningún caso la proyección de vuestros conceptos, de vuestras energías o de vuestras vibraciones. La aceptación sólo puede hacerse en silencio y no podéis saber lo que va a llegar, solo podéis posicionaros en la recepción, es decir, no cerrar nada, permanecer en la humildad, en la ignorancia y, por tanto, dejar de proyectar. No hablo solamente, repito, de la proyección en el sentido psicológico, sino en los mecanismos de la manifestación de la conciencia.
Ir a la fuente del Amor, a la fuente de la Luz, es descubrir la Aceptación, es vivir la Aceptación, es vivir la humildad. Es, de algún modo, no decir ni sí ni no, sino ser neutral en esta aceptación, porque la Aceptación como el Silencio, os sitúa en el Corazón del Corazón, en el “santo de los santos”, allí donde todo es Evidencia. Tan pronto como haya proyección, incluso explicación o comprensión, sólo hay ignorancia. Aceptar es volver a uno mismo, no al ego, no al Sí, sino detener la proyección en su sentido más amplio. Aceptar os sitúa en las mejores condiciones para ser verdaderos.
Esto no es cuestión, por supuesto, de aceptar golpes, sufrimientos, golpes bajos. Hablo aquí de los mecanismos íntimos de la conciencia última que os conduce seguramente al descubrimiento de lo que es anterior a la conciencia, es decir, vosotros mismos. La Aceptación, a través de los conceptos de humildad, simplicidad, de la Infancia, de la “pequeña Vía” incluso, son palabras que se han empleado para permitir, de algún modo, la vuelta al “santo de los santos”, al Corazón del Corazón y preparar la manifestación de la Verdad que siempre ha estado ahí. El juego de la conciencia en este mundo solo os aleja de la Verdad. De proyección en proyección, de forma en forma, de vida en vida, se apaga el recuerdo y la vivencia de la Verdad. Se os ha dicho ampliamente que solo vosotros podéis atravesar esa pseudo-definitiva puerta y os incumbe a vosotros comprobar que sois anteriores a cualquier historia, a cualquier fuente y a toda manifestación.
Descubrir eso, dejar que se revele es la garantía de la Paz eterna. La problemática esencial es que desde el momento en hacéis jugar a la conciencia, entráis en la ignorancia. Independientemente de los epítetos, las palabras, las expresiones, las frases que puedan surgir, todo eso no son más que alteraciones de la Verdad, porque la verdad no puede decirse, no puede probarse ni buscarse: ella “es”. Así pues, es la distancia de la proyección, la que os lleva, tanto a la reencarnación como a la ilusión de querer mejorar o evolucionar algo. Recordad que la rueda solo existe porque el centro permite el movimiento rotatorio, y el centro de la rueda, el Tao, está inmóvil. El Tao no es un principio, no es una adhesión conceptual o religiosa es, ante todo, vivir la Verdad.
Recordad que aquí no hablo de meditación, que es un acto voluntario, ni de oración que es un acto de proyección, sino ciertamente una especie de vacuidad, de silencio donde de alguna manera, la nada es la plenitud. La nada ¿de qué? La nada de la conciencia, de la proyección de la conciencia que os dirigirá ineluctablemente a lo que siempre habéis sido. Y lo constatan los hermanos y las hermanas humanos que han sido liberados -de diferentes maneras, como sabéis-, ellos no pueden ilusionarse con ninguna proyección o manifestación. Ahí está la fuente de la felicidad eterna, del gozo, del éxtasis, que son las consecuencias, pero que no son más que la Verdad. Es la aplicación del bálsamo de la Verdad en la Ilusión de este mundo, es el reencuentro entre lo Eterno y lo efímero, lo que llamáis también el “cara a cara” actual que os restituye a vuestra integridad que nunca ha desaparecido, que no necesita crecer, que siempre ha estado ahí.
El Silencio del que hablamos es el silencio de la proyección y, por tanto, el silencio de la conciencia. Es lo que podría acercarse mejor, al nivel de las palabras, a la Última Presencia y al Absoluto. No hay otro testimonio en este mundo que lo que llamaría, la ecuanimidad y la estabilidad de todas las conciencias que os animan, como la supra-conciencia, la conciencia de la persona, la conciencia Turiya o la desaparición de la misma conciencia. Retened incluso con conceptos, si queréis, que, sin Aceptación incondicionada, la Verdad no se revelará.
Aceptar, podría ser asimilado a volverse como un niño. Aceptar sólo puede hacerse, más allá del tiempo y del espacio y, por ello, podría acercarse mejor a lo que se ha llamado el “instante presente” o el “Aquí y Ahora”. En esta aceptación que es donde todo se realiza, todo se vive y todo se inscribe donde no puede haber la más mínima mejoría o evolución, sino simplemente el juego de la conciencia. La problemática es, y eso se os ha explicado durante muchos años, que absolutamente todo lo que está proyectado en este mundo, incluso la espiritualidad, os aleja de la Aceptación, os aleja de la inocencia, os llena la cabeza de ideas, de conceptos, de adhesiones, de creencias, de proyecciones en el futuro.
Es preciso estar presentes a través de la Aceptación, no en sí mismos, sino en la nada, en la vacuidad, en lo Desconocido. Pero mantengamos la palabra “Desconocido”, porque la “nada” o el “vacío”, os reenvía a lo que detesta el ego. Cuando el ego oye “vacío” o “nada”, se retrae. La retracción impide también la Aceptación de lo que es, de lo que ha sido y de lo que será que no tiene ninguna relación con ninguna forma, ninguna dimensión, cuando digo “ser nada”, es “ser todo”; es la estricta verdad. Ser todo no significa ser todas las conciencias, aunque no se esté limitado a ese nivel, es vivir lo que sois en el origen de la conciencia, no solo de la vuestra dentro de sus historias, dentro de sus orígenes, estelares o galácticos, qué sé yo, sino en este último punto que es anterior a la Fuente. Esto solo puede ser el punto de partida; el punto de partida de la aparición de los escenarios, de las historias, de los cuerpos, de las dimensiones.
El que no es nada, lo es todo. Eso se ha llamado, creo, la pequeña Vía o la Vía de la Infancia, la vía de la humildad. Yo decía de manera enérgica, tanto hace unos años como cuando estaba en este cuerpo que era el mío y que yo no era ese cuerpo, pero que era mío. Es vuestro cuerpo, pero no sois ese cuerpo. Os corresponde a vosotros ver la diferencia, no en el concepto sino en la vivencia. Es muy complicado que aceptéis ir más allá de las palabras, sobre todo cuando son pronunciadas, pero ved eso claramente en el silencio entre mis palabras.
Ahora, cuando compruebo como los Ancianos, las Estrellas, los Arcángeles, Sol, en que muchas conciencias de la Tierra, hermanos y hermanas redescubren esta primera verdad, se constituyen en el testimonio de la Verdad. No a través de las palabras, de la ropa, de los gestos -vosotros no necesitáis parafernalia, ni necesitáis ropa naranja, no necesitáis un rosario, una Japamala, un dios-, vosotros sois anteriores a todo eso. E interiores a todo eso. Solo la proyección hace que os adhiráis a ello. En la Aceptación, no puede haber ninguna proyección, sois neutrales, escapáis así, en cierto modo, a la dualidad inexorable de este mundo, a toda manifestación. Al posicionaros entonces, por encima de la dualidad, viviréis realmente la Unidad, no como concepto de superación del bien y del mal, del ying y del yang, que es inexorable en este mundo, pero incluso este inexorable, se basa en la misma fuente, en el mismo elemento que es anterior a la Fuente.
En otras palabras, situaros de forma natural en el Aquí y Ahora, os coloca simplemente ahí donde siempre habéis estado. Estas palabras no hubiera podido pronunciarlas durante mi última encarnación, ni incluso hace unos años. Esto es independiente del movimiento de los astros e incluso del que llamáis Nibiru, pero es lo propio de la conciencia cuando detiene la proyección, cuando entra en la Aceptación. La palabra “Aceptación” evita las trampas de imaginar el Corazón del Corazón, porque la palabra “aceptación” es suficientemente amplia y extensa, sea cual sea la lengua, sea cual sea la cultura, ya que la Aceptación es un movimiento de restitución o, en todo caso, da la ilusión de un movimiento de restitución porque no hay nada que restituir; eso siempre ha estado ahí.
Recordad que solo la proyección en todas sus acepciones, os impide “aceptar”, La relación, de la que os ha hablado el Arcángel de la Relación, se establece con lo Invisible, con los pueblos de la naturaleza, con los grandes maestros desaparecidos, poco importa; después de la relación viene el tiempo de la Aceptación que ya no hace distinción y que permite, por la transparencia, por la no acción, estar en la acción justa, sin depender de ninguna proyección de la conciencia sino de una espontaneidad que brota de la Infancia, por la humildad y brilla dentro de la Ilusión.
Recordad que eso no puede ser una búsqueda -si todavía hoy, buscáis, no encontraréis nunca. Encontrar, requiere detener toda búsqueda y toda proyección, no para encontrar sino para reencontraros. Ahí está el único y verdadero Conocimiento, el de vuestra esencia; sea cual sea la máscara, sea cual sea vuestra vida y sea cual sea el mundo, os recuerdo que es algo natural, evidente en todas las demás experiencias de la conciencia que no están vinculadas a este mundo.
La conciencia es un juego al cual habéis decidido jugar, pero el juego de la conciencia en este mundo, no permite la Aceptación, sólo permite la proyección, las suposiciones, las reflexiones, las cogitaciones y las comprensiones, pero sin poder comprender lo que sois. ¿Es que el pez puede comprender el agua?, ¿es que el hombre puede comprender el aire, aunque lo analice? Se dice que el cuerpo humano está compuesto en su mayor parte de agua. Vosotros conocéis las características del agua, su temperatura, su punto de ebullición, su punto de congelación, pero, ¿es que eso os hace vivir el agua? No, esos son proyecciones. La única forma de vivir el Éter de Verdad, es dejar de querer comprender, dejar de querer asir y apropiarse, sino aceptar.
Aceptar en una relajación, no hay movimiento, no hay tiempo, no hay espacio. Desde el momento en que hay proyección, hay tiempo, hay espacio. Nada es verdadero en el tiempo y en el espacio, eso concierne a la persona, a la historia. Porque para aquellos que la viven, esta verdad es imparable: no sois ni este cuerpo, ni esta vida ni siquiera la conciencia. La conciencia es el soporte del juego. La conciencia os permite jugar, ya sea en este cuerpo como en lo que habéis llamado el cuerpo de Eternidad, cuerpo inmortal o cuerpo sin costura. Pero lo que vosotros sois no tiene nada que ver con un cuerpo, que es un vehículo que os lleva en el juego de la conciencia, porque vosotros no sois ese juego de la conciencia. Ahí está la verdadera libertad y es ahí donde permanece la Luz, donde permanece el Amor incondicionado.
Detener los motores del sufrimiento es dejar de identificarse a cualquier devenir, a cualquier pasado; es ser virgen, es estar disponible. La intensidad, la evidencia de la Luz es tal que solo hoy, vuestra proyección os impide ser libres. No hay ningún otro obstáculo, ni de edad, ni del fin de los tiempos, que se sostenga. No os situéis es esa especie de voladizo, en lo que llamáis “el fin de los tiempos” o el fin de la materia, no os coloquéis en esa puerta falsa por una proyección de un futuro, de una duda, de un temor o del retorno de la Luz. No seáis tributarios de las circunstancias, tanto las del cosmos como las de vuestro cuerpo. Si dependéis de ello, después del fin de los tiempos, no seréis libres. Si dependéis de un sufrimiento, sea el que sea, ¿cómo podéis ser libres? Vosotros no aceptáis.
Creo que los Melchizedek han sido muy precisos en esta noción de espontaneidad, de Aceptación, de inocencia, de Infancia. Podríamos añadir veinte palabras más, pero la Aceptación es la Aceptación. No podéis aceptar y proyectar, y si aceptáis realmente, entonces todas las proyecciones, tanto en el sentido noble del término como en el peyorativo, serán posibles, pero ninguna podrá modificar nada. Os habéis encontrado, os habéis vuelto a encontrar, sois anteriores al conocimiento, anteriores a la forma, anteriores a la Luz. Y hoy, se os ha hablado de la Inteligencia de la Luz, de la Acción de Gracia, del estado de Gracia. Esas son referencias que han sido útiles, pero hoy, deshaceos de toda referencia. No conceptualicéis nada, no llevéis nada al pasado o al futuro, devolved todo al instante presente. Es la mejor manera de aceptar.
¿Quién quiere decir algo sobre la Aceptación y aceptar? ¿Qué quiere decir eso para vosotros?
Acoger significa pasar por la Aceptación, aceptar, sobre todo cuando no comprendéis, cuando no tenéis justificaciones, cuando no tenéis explicaciones. Porque “aceptar” es desaparecer, es no reaccionar, es estar realmente disponibles para la Verdad y para nada más, aunque todo lo demás se os ofrezca. Hay una expresión en vuestra lengua que dice, «no pongas el carro delante de los bueyes». Mientras os preguntéis sobre el Amor, sobre la vibración, sobre la conciencia, obviamente, hoy, no podréis estar en la Aceptación.
Esta Aceptación se ha denominado, por los llamados primeros cristianos, la “oración del corazón”. No se trata de una oración para obtener algo, sino una oración al propio corazón, sin petición, sin objeto, es una aceptación. Porque en la Aceptación no puede haber lugar para el sufrimiento, para el rencor, para la Ilusión, porque todo es acogido. Y desde el instante en que vosotros aceptáis el Todo estando en la nada, no deteniéndoos en nada, os reencontraréis y os volveréis lo que sois anteriormente a vuestros orígenes, a vuestros linajes, a vuestras experiencias. La Alegría y el gozo eternos no pueden ser encontrados en otra parte. Todas las alegrías y los gozos que encontráis en otra parte, son solo derivados y son pasajeros.
Ir a la fuente de la conciencia es ser inmutable, es ver la vanidad del tiempo, la vanidad del espacio, la vanidad del karma, la vanidad de cualquier evolución de lo que siempre ha sido perfecto desde la Eternidad. Daos cuenta que somos nosotros los que ponemos una distancia en relación con la perfección por el simple hecho de nombrar, etiquetar, referenciar. Dejad eso para organizar la vida en este mundo, pero no apliquéis los principios de la organización de este mundo a lo que sois. No sois de este mundo. Sus leyes no tienen ningún efecto ni ninguna acción posible sobre el “santo de los santos”, sobre la Última Presencia o la Infinita Presencia. Repito, eso no son más que palabras, pero que va a traducir vuestra realidad, si lo vivís, si os encontráis. No creéis conceptos mentales o propósitos.
Hoy, estáis en el tiempo de la simplicidad y de la simplificación. Además, se os ha dicho que la Luz era simple y evidente. Si eso no es así, es que no os habéis reencontrado, todavía estáis jugando, estáis proyectando escenarios, historias. Vosotros tenéis entera libertad y todas las latitudes, para llevar a cabo esos juegos, pero, ¿dónde empieza el juego?, ¿dónde empieza la conciencia? En la a-conciencia, eso que está más allá, que es anterior y posterior a la Luz y que se expresa por todas partes, se manifiesta en cada expresión y en cada proyección, así como en cada Aceptación.
Entonces, desearía que en las horas que vamos a pasar juntos, no cuestionéis, sino que os afirméis, no en una verdad parcelaria, sino que os testimoniéis con vuestras palabras. El sufrimiento no es más que una zona, un estado, una parte del cuerpo, un tiempo, un espacio que no habéis encontrado y que todavía no está aclarado, no en el exterior, sino en el interior, por la Aceptación. Siempre se os ha dicho y lo ha vuelto a decir María, recientemente, que ella estaba en vosotros y que, aunque el lugar donde estáis en este mundo os hiciera sentir algo del exterior, como una relación o un contacto, se os pide que veáis que eso está en vosotros, que eso sois vosotros.
Acoger no tiene nada que ver con acoger a un invitado. Aquí está la cuestión de aceptaros a vosotros mismos, de acoger la Luz, no de una fuente exterior o de un ser más luminosos, sino de vosotros mismos, acogeros vosotros mismos, allí donde nada puede resistir, nada puede oponerse, nada puede ser dialéctico, donde todo es Evidencia. El Liberado viviente ve Evidencia en todas partes, y esta evidencia, no tiene nada que ver con la comprensión o una explicación. Se trata de aplicar a este mundo una mirada nueva que, por supuesto, no juzga, sino una mirada plena y entera que ve todo no solo con un ojo, sino con los dos, con la conciencia, con el sentimiento, con los conceptos, con los afectos y sin esfuerzo.
Además, la Luz no conoce el esfuerzo, y tened en cuenta que se os han vendido durante milenios, la idea que tenéis que hacer esfuerzos por mejorar, convertiros en un santo, volveros buenos, que había karmas que eliminar, cosas que resolver. Pero la única cosa que hay que resolver es la dirección de vuestra conciencia: proyección/Aceptación. Quien dice proyección, dice tiempo y espacio; quien dice Aceptación, dice fin del tiempo y del espacio, Libertad. No la libertad de ir y venir sobre la escena del juego, la que tenéis siempre aquí o en otra parte, sino la libertad de ser verdaderos, sin falsas apariencias, sin disimulos, sin ilusiones, sin visiones, sin historia.
Por consiguiente, desearía que las reflexiones, más que las preguntas, que vamos a intercambiar, sean útiles a todos vosotros, no para reflexionar, no para saber si es verdadero o falso, sino para instalaros realmente, en este “santo de los santos”, para ver el interior más allá de toda visión -no importa si es etérica, del corazón o del tercer ojo-, para ver con la conciencia, la Verdad. Pero incluso esta verdad, vista más allá de cualquier proyección. Diría que debéis regresar también, a lo anterior a eso relacionado con vuestra vida y remontar a la fuente de vuestro sentido de ser un individuo, hacia los tres/cuatro años. Hoy, en los mecanismos íntimos de vuestra persona, no os planteéis preguntas, aceptad. No necesitáis mantras, no necesitáis templo exterior, no necesitáis la mirada del otro, no necesitáis de mí ni de vosotros, precisamente, todo lo contrario.
Ahí está la Eternidad. Viéndola ahí, en el “santo de los santos”, la veréis por todas partes, tanto en este mundo como en todo juego de la conciencia fuera de este mundo. Y creo que, además, la Fuente ha llamado a eso: el Juramento y la Promesa. Pero ya ha llegado el Juramento y la Promesa, están actualizados, ya se os ha dicho. ¿Qué habéis hecho con ello?
Acoged; Aceptadlo, ante todo, Aquí y Ahora y recordad, repito, que no se requiere ningún esfuerzo. Es la proyección la que lo requiere, no a la inversa. Cuando hablo de Aceptación, no hablo de lo contrario de la proyección, que llamáis, creo, “introyección”; fijaos en la definición de esta palabra. La Aceptación (la acogida) no es lo contrario de la proyección, es la “desaparición de la proyección”, la aniquilación de cualquier movimiento de la conciencia, la inmovilidad total que es la Morada de la Paz suprema y el éxtasis. Como sabéis, mientras una alegría dependa de una circunstancia, de una energía, de un encuentro, esta alegría no es libre, es reactiva y condicionada. La Alegría de la que hablan los intervinientes, los Liberados vivientes, no es nada de todo eso. Es a la vez la libertad y la fijeza dentro de la Eternidad. Ahí está el Amor, porque ahí, vosotros sois la fuente del Amor, anterior a todo juego.
Encontrar eso es la clave, pero no tratéis de meter esa llave en una puerta, porque cuando tengáis esa llave, la tiraréis -no hay puerta. Hoy, la única manera de escapar del tiempo, no es huir de él o de los tiempos que hay que vivir en esta revelación, sino atravesar eso realmente, no luchando, no queriendo protegeros de algo, sino aceptando. Si el principio y el fundamento de Aceptación, están presentes, entonces hay facilidad, ligereza y, una vez más, ecuanimidad. Nadie puede mover lo que sois, sean cuales sean los movimientos de vuestro cuerpo y lo que tengáis que realizar en la vida ordinaria.
Y además habréis constatado o constaréis, que todas las obligaciones, incluso las más detestables para la persona, se viven con el mismo corazón por el que está liberado de la persona. No es más valioso dirigir un país, que fregar los platos correctamente, no es más valioso lo que depende de los conocimientos, existe el valor justo y eso se ve en cada acontecimiento, en cada mundo, en cada hermano, en cada hermana, en cada enemigo, en cada intruso de este mundo.
La única pregunta que debéis plantearos hoy es: “¿Quiero ser realmente libre o se trata más bien de una reivindicación de mi conciencia que considera la Libertad como la libertad de la proyección? Buscad primero la verdadera Libertad, y las demás libertades estarán presentes.
Tomo otro ejemplo antes de dar la palabra: “es inútil saber coser, es inútil tener hilo y una aguja, si no sabéis cómo pasar el hilo por el ojo de la aguja”. Es lo mismo con el Amor. ¿Qué quieres decir?
Le invitamos, si está de acuerdo, a que siga su intervención mañana.
Entonces, terminaré estas palabras, para los que estáis presentes y los que estéis, por supuesto cuando lo oigáis o leáis, proponiendo hacer una pausa en vuestra audición o lectura, algo que va a hacerse ciertamente ahora, y volver a escuchar o leer, tratando de reflexionar sobre la noción de “Aceptación”. Os invito mañana o en días siguientes, a escribir, pensar todo lo que es para vosotros la Aceptación. Así que tenéis tiempo para la cavilación, para la reflexión, para que podamos establecer mañana un intercambio. Y aquí, soy yo el que va a acogeros. No tengáis miedo de nada y, sobre todo, no os engañéis, no puede haber error. En cuanto a la refutación, os diré para terminar hoy, que mis palabras no pueden fallar. Si utilizáis estas palabras en los tiempos que vivís, no podéis equivocaros; es imposible. El fracaso pertenece a la Ilusión.
Con esto, Bidi os saluda y os invita a entrar en vosotros para seguir estas conversaciones, estas reuniones, estos intercambios para el bien de todos. Bidi os saluda.
BIDI - Sri Nisargadatta Maharaj. Parte 1. Octubre 2017. Con audio.
BIDI - Sri Nisargadatta Maharaj. Parte 2. Octubre 2017. Con audio.
BIDI - Sri Nisargadatta Maharaj. Parte 3. Octubre 2017. Con audio.
BIDI - Sri Nisargadatta Maharaj. Parte 4. Octubre 2017. Con audio.
BIDI - Sri Nisargadatta Maharaj. Parte 5. Octubre 2017. Con audio.
BIDI - Sri Nisargadatta Maharaj. Parte 6. Octubre 2017. Con audio.
BIDI - Sri Nisargadatta Maharaj. Parte 7. Octubre 2017. Con audio.
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Texto original en francés con traducciones al español y portugués. Audios, Videos.
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